30.5.07
año 1
En un inédito arranque de generosidad, Miss Eva Zion Totale decidió celebrar nuestro primer aniversario con un extreme makover. Ya lo dijo el Pats hace años: Laia algún día va a dejar de escribir para dedicarse a su única verdadera pasión: la decoración de interiores. Y es verdad. Pero, por lo pronto, Laia delega.

Así pues, estimado lector, sea tan amable de levantar su trasero del asiento para participar en la ovación comunitaria que se merece el equipo de Granja, conformado por la oveja Greta, el cerdo Antonio y el caballo Jairo, quienes unieron cabezas, patas y pelajes en la elaboración de este hermoso diseño.

También un aplauso para La China, autora del biutiful batik que hace las veces del header (o sea: el dibujín de la bicla) y pal colaborador Kuan, encargado de movilizar la tramoya, presionar el botón y jalar la palanca.

Ahora quisiera compartirles algunas de las dichas que el blog me ha dado. Si les da hueva se aguantan, porque es mi primer post meta-bloguístico y no habrá otro hasta el otro año.

Quiero empezar (acá me imaginan en el podio y con micrófono, porfas) por agradecer a todos los comentadores sin quienes esto no sería nada y... (séntida reflexión)... nada sería esto (kleenex)... cada uno de sus comments es una razón más para levantarme cada mañana de mi cama... y esa razón, básicamente, es que no tengo internet inalámbrico (moqueo)... Agradezco también (pausa, sonado definitivo, kleenex al escote, recompostura)... a quienes me han linkiado con tan diversas invitaciones como horas blog, el nombre más bonito, la sirena verde y -my personal favorite- la polla en vinagre... (acá empieza la musiquita diseñada para acortar speeches y culmino -rimel corrido- al grito de:) ¡A todos los demás gracias también! ¡Gracias! (...aplausos definitivos, closeup a mi mamá llorando en el público, corte a: los comentadores dándose unos a otros palmaditas en la espalda).

Más tarde y más serena, en la conferencia de prensa, l.j. declaró:

Lo enuncia Pekisch durante un ensayo del humanófono:

"Vosotros no venís aquí a cantar una nota cualquiera. Venís aquí a cantar vuestra nota. No es una nadería: es algo hermosísimo. El tener una nota, quiero decir: una nota toda para uno mismo. Reconocerla entre millares, y llevársela consigo, dentro, y encima. Podéis no creerme, pero yo os digo que ella respira cuando vosotros respiráis, os espera mientras dormís, os sigue adondequiera que vayáis y juro que nunca os abandonará hasta que os decidáis a palmarla, y entonces la palmará con vosotros. Podéis llegar a hacer como si no pasara nada, podéis venir hasta aquí y decirme: querido Pekisch, lo siento, pero creo que no tengo ninguna nota dentro, y marcharos, simplemente marcharos.. pero la verdad es que esa nota está ahí… está ahí, pero vosotros no queréis escucharla. Y eso es una idiotez como la copa de un pino. Uno tiene su nota, que es la suya, y la deja marchitarse en su interior… no… escuchadme con atención… aunque la vida haga un ruido infernal, aguzad los oídos hasta que lleguéis a escucharla y entonces aferradla, no la dejéis escapar. Lleváosla con vosotros, repetíosla cuando trabajéis, cantáosla en la cabeza, dejad que os suene en los oídos, y debajo de la lengua, y en la punta de los dedos. Y si hace falta, en los pies."

Sea. Por muchos año-diseños a venir.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 00:50 ¤ 16 posdatas
23.5.07
top 21
Así que el buen Santiago ha estado jugando el juego del top 20. Como suena a fiesta yo me invito sola, llego tarde y juego mal. Mi lista trae 21 y no corresponde a las categorías propuestas. Tan, tan: éste es el top 21 caprichoso (por no decir aleatorio) de palabras que me gustan y por qué.

1. mantarraya. porque ayer recibí mi primera postal en zapopan. al frente salta una mantarraya y en la parte trasera la carta culmina así: "para ti lo que en verdad vuela y no vacía el aire, mantalaia." y me hizo muy pero muy feliz.

2. obvio. por tener la ortografía menos idem

3. trampolín. siempre me gustó la palabra, pero después de que lorena escribió esto, comenzó a fascinarme.

4. caucásico. sin defenderle la connotación fascista, le defiendo la acústica: se entiende que es el casi intermedio lo que los define, y el casi es peligroso, porque le incluye su hambre de más. además también suena a periodo dinosaurioso, léase extinción en puertas.

5. murciélago. por lo de las 5 vocales

6. engendro. ¿se hace o se nace?

7. verde. no se me ocurre una palabra con más tonalidades que ésta.

8.
hormiga. ya se sabe: chiquita pero poderosa y la palabra es también así: suena a diminutivo yet, not quite.

9. inconsecuente. ésta le incluye anécdota. yo acababa de llegar al df y el duende me había dejado su nave, pero no me atrevía a manejar más allá del estacionamiento de villa. le delegaba la misión a raymundo y todo el mundo. eventualmente me inscribí a un curso de 5 días, una hora diaria. llegué el primer día y claudia, la teacher, manejó el tsuru hasta la plaza de toros, allí intercambiamos de lugar y me dijo: ¿qué te parece si te doy 15 minutos más cada día y así ni tú ni yo venimos el viernes? a mí todo lo que suene a pinta me va bien, así que acepté. diariamente claudia extraía de la guantera un paquete de donas bimbo que le duraban toda la clase, y un cepillo redondo que se colocaba en el fleco y se dejaba allí durante una hora. hora y cuarto si el alumno era pendejo, como yo. el primer día le confesé que lo que me ponía muy nerviosa era la gente alrededor y ella dijo: pues cómo no, si luego la gente es bien inconsecuente. el segundo día casi choco con un taxi y le dije toda neuras ¿¡qué, qué hice mal!?, a lo que ella respondió: nada, él se te metió por inconsecuente. el tercer día busqué la palabra en el diccionario y decía: inconsecuente = que actúa con inconsecuencia. busqué inconsecuencia y decía = sin consecuencia. entendí que me habían mentido siempre, que SÍ existen los actos sin consecuencia. luego empecé a manejar con eso en mente, y ya nunca me detuve.

10. mesa. por plana. por indispensable. por recta.

11. cofre. por lo que esconde

12. llave. por lo que devela

13. espina. porque sí

14. mirada. porque dice sin decir

15. decir. porque es siempre désir de decirse, y es siempre un intento malogrado. decir es una acción resignada. la incompletud a la que irremediablemente nos aferramos, porque qué somos sino un eterno bla bla imposible que nos posibilita… big etcétera.

16. etcétera.

17. agüitado. por virtud del diptongo esta palabra no es tan dura como “triste”, ni tan clínica como “deprimido”, ni tan contundente como “vacío”, pero es todo lo anterior.

18. columpio. ésta no tiene diptongo, pero es uno. porque mecerse son dos movimientos que se pronuncian en uno.

19. galleta. ésta me choca. las buenas galletas son crocantes, en cambio la palabra es aguada, como una galleta después de haber pasado un día a la intemperie.

20. intemperie. porque suena a linternas, fogatas y navaja. suena a estrellas y a otras tantas virtudes de estar tumbado a cielo abierto

21. mudanza. ésta me encanta. suena al mismo tiempo a saudade y a esperanza. y eso es. (y de lejos, la mejor mudanza que conozco es ésta)
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 15:00 ¤ 18 posdatas
22.5.07
a veces creo
que lo más chingón que yo tengo, es mi capacidad para ver lo chingón en otros.
y a veces creo que es una capacidad maravillosa.
y a veces que es un talento muy mediocre.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 02:51 ¤ 15 posdatas
21.5.07
sobre el clásico
we lost while i was lost in lost
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 00:07 ¤ 14 posdatas
18.5.07
la trivia rosa
"¿Qué había adentro de la caja?"

* Premio único e indivisible: una moraleja.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 15:16 ¤ 24 posdatas
15.5.07
señorito parche
Así que después de 36 horas de postparto blues (estado en el que entro después de entregar un texto y que consiste en llorar y dormir y dormir y llorar durante por lo menos 24 hrs antes de que me de cuenta de que estoy en el postparto y entonces lluerodormo un poco más pero al menos ya sabiendo qué me está pasando), salí al mundo. Y para salir al mundo, ya se sabe, hace falta gasolina.

En la gas me atendió un señor muy amable, de esos cuyos gritos denotan una genuina preocupación por la seguridad del prójimo. El motivo de sus gritos era mi llanta, que tenía 15 libras de aire, osease, que estaba por los suelos y tenía clavado un clavo. Después de gritarme, hacerme bajar del auto y mostrarme el clavo, me dijo cómo llegar a una vulcanizadora. Luego sonó mi teléfono. Era el Duende. Le pregunté si, en su opinión, iba a tener que comprar una llanta nueva. Me respondió que no, que sólo las parchan. Pero me respondió en ese tono característico del famoso episodio del taladro.

Fue hace años. Yo acababa de mudarme y quería colgar repisas. Estaba tranquilamente analizando la situación (esto es: tranquilamente paseando la mirada del taladro en mis manos al muro, del taladro al muro, del taladro al muro) cuando mi mamá preguntó muy burlonamente: ¿no sabes usar un taladro? Dije que no. Dijo: ¿cómo es posible? Dije: no me enseñaste. Dijo: no puedes ir por la vida sin saber usar un taldro. Entonces nos enbroncamos con qué era importante enseñarle a los hijos para cuando se iban a andar por la vida. Luego acabó poniendo ella los taquetes y hasta la fecha, y aunque me apena, siempre he dependido de mi hombre-del-momento para colgar todo cuanto ha sido colgado en mis múltiples departamentos. Por suerte, aquella vez y hoy también, la China andaba cerca lista para alburearnos y alivianarlo todo. Se acercó a la bocina justo cuando el Duende y yo estábamos por discutir y dijo: "que te la parchen bien". Nos reímos, colgué y encontré la vulcanizadora.

Al mismo tiempo que yo, llegó un tipo en un Porsche. Un auto que hasta a mí (y hay que saber que para mí el término "estética automotriz" siempre ha sido un buen ejemplo de oximoron) me pareció hermoso. La vulcanizadora estaba atascada y la chava que atendía estaba charlando al teléfono. Señorito Porsche y yo nos miramos y colocamos los codos sobre el mostrador al mismo tiempo. Era declaradamente una guerra.

Cuando la chava al fin colgó, Srito Porsche y yo hablamos al mismo tiempo. Yo dije: Mi llanta trae un clavo, él dijo: Mi llanta tiene un problema. La señorita ha de haber notado que nos traíamos bronca porque sabiamente decidió no decidir y señaló a otro tipo como diciendo "véanlo con él". Porsche y yo corrimos.

Ciertamente él alcanzó primero al joven para exponerle su caso. Pero en el instante en que terminó yo puse cara de chica-en-apuros y dije lastimeramente: Mi llanta tiene un clavote clavado... El joven sopesó la situación y decidió atenderme a mí primero. Era justo: mi problema era específiquísimo mientras que el suyo sólo era "un problema".

Joven y yo nos dirigíamos hacia mi llanta cuando Joven vio el Porsche. Se detuvo en seco para admirarle las curvas y el bronceado. Señorito se aprovechó de la situación: nos alcanzó y empezó a emitir su bla bla porshciano. Resultado: Joven se dirigió al auto como en imán, olvidándose por completo de mí.

¡Hey!, le dije, mi auto es aquél y trae un clavo en la llanta. Pero antes de que Joven pudiera reaccionar, Señorito Porsche me atacó con una aseveración absurda: ¡Yo llegué primero! Le contesté: No es verdad, llegamos al mismo tiempo, a lo que él contestó: ¡Pero yo tengo más prisa! Y eso fue el vaso que derramó la gota o juatever: Señorito y yo nos empezamos a pelear como perros y gatos mientras Joven (al que habíamos perdido para siempre) continuaba babeando frente al Porsche. Hubiéramos podido seguir peleando durante horas, pero todo culminó cuando yo abrí la puerta del laiamovil y antes de azotarla le grité: ¡¡¡Pues que te la parchen bien!!! Luego arranqué y me fui.

Eso último fue un poco estúpido, porque la siguiente vulcanizadora estuvo a varios kilómetros y tuve que caminar más de una hora para volver a casa. Pero también fue un poco brillante, porque al principio de la caminata iba enojada y triste, pero luego no podía parar de reír rememorando la cara que se le había puesto a Señorito Porsche con mi grito: el terror gélido de no poder emitir la última palabra.

Cuando volví (en taxi) a la Vulcanizadora B, me informaron que habían sumergido la llanta en agua y no sé qué y no sé cuántos y el clavo no traspasó la cámara y todo está muy bien. Por si fuera poco, cuando le pregunté al señor cuánto le debía, me contestó: Nada. Luego, invadida por la contentura que sólo la gratuidad otorga, comencé a manejar.

Manejé hasta una plaza con el humilde propósito de comprar un helado de abejita. En vez de eso (en vez de lo humilde porque el helado me lo comí con tupping de zarzamora), compré la primera temporada de Lost. Luego llegué a casa y me dispuse a ahogar los restos del postparto en unas cuantas sanas horas de evasión televisiva. Me seví un vino. Le di play. Empezó el show.

Justo cuando ya estaba superando la primera impresión ("por qué está el dude de party of five tirado entre bambús"), se oyeron los gritos. Los gritos del programa, quiero decir. Pero estaban en español. Luego, no hubo poder laiesco que hiciera funcionar al control remoto para elegir la opción inglés. Así que abandoné la misión y quizás mañana compre pilas.

Eso último fue un poco estúpido, porque podría ir al Oxxo por pilas. Pero también fue un poco brillante porque así acabaré de leer "Dos crímenes" y, sobre todo, porque yo ya he oído suficientes gritos hoy.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 19:41 ¤ 18 posdatas
12.5.07
la lámpara y el beatbox
Siempre pensé que cuando se me apareciera el Genio de la lámpara, le pediría poder cantar muy bien. Pero ora -además- quiero ser un beatbox!! Pa que me entienda (digo, porque lleva milenios durmiendo), aquí le anexo tres ejemplos geniales. Le incluye su fench idol, su canadian idol y su gadget idol.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 17:34 ¤ 15 posdatas
11.5.07
good old walter
despertar y reconocerse debieran ser acciones simultaneas, concordantes, pero esa armonía con frecuencia se me escapa. siempre que he pasado una de esas noches en las que hablé demasiado y no me reconozco, me da por regresar al benjamin perennemente estacionado en mi buró. vive allí porque yo aún no he encontrado otra pluma que mantenga tan eficientemente la cualidad de cerrarme la boca y abrirme la cabeza.

despierto otra, extiendo el brazo, abro al azar el libro y walter dice: la prétendue image intérieure que nous entretenons de nous-mêmes est, de minute en minute, pure improvisation. marco la página con una sonrisa que no va a olvidar.

lo demás es palparse, saberse, perdonarse.

por la gracia de walter, gracias siempre.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 13:56 ¤ 13 posdatas
7.5.07
tunnik, fotonolovski o el arte de la encueración masiva

(Para mi artículo testimonial "En pelotas en el Zócalo", vaya a las posdatas)
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 17:39 ¤ 9 posdatas
nos dispararon
así que estábamos el duende y yo muy tranquis buenaondeando en un café cuyo nombre omitiré, pero del que podemos decir que es gringo y está en cada esquina. así, así, en unos silloncitos muy cómodos, yo frente a ella y a mi izquierda (su derecha) un graaaaan vidrio-ventana y a mi derecha (su izquierda), pues todo lo demás del café. hay que saber que era su último día de visita y estábamos tocando un tema que habíamos evadido toda la semana: las cuentas: deudas, inversiones, más deudas, cuáles-inversiones-a-quién-quiero-engañar, las deudas, pues. so, picturénselo: duende y laia, frente a frente cuando

de pronto
¡¡¡CLASH!!!
(ruido horrible de vidrio roto)

lo primero que pensé fue: se cayó una lámpara! pero miré hacia arriba y nada, luego miré hacia abajo y allí estaba: un huequito redondo en el cristal (a no más de quince centímetros de mi tobillo!) y mucho vidrito roto en el piso. para esto ya todos los presentes estaban a nuestro alrededor y fue cuando el duende gritó:

¡¡UN BALAZO!!

y el mesero fue a llamar a la policía y nos dijeron quítense de allí (lo cual era realmente absurdo porque toda la pared es de vidrio y daba igual en qué parte del café nos paráramos). nos pasaron a una banquita, nos trajeron un croisant y un té "calm" (honestly, qué pedo con ellos que te pueden matar en su café y sólo obtendrías un croisant de bolstita y nada de sus mega postres con chocolate) anyway: los meseros se pusieron a mover muebles para encontrar "el lugar del impacto". pero no encontraban nada y en eso, de pronto:

¡¡¡IU IU IU IU!!!!
(ruido horrible de patrullas acercándose)

y CHIN-PUN-CUAS: dos patrullas y tres motos. un total de diez policías. 4 ingresaron al recinto y se pusieron a mover muebles igualito que los meseros sólo que con menos habilidad porque estaban más gordos. los otros se quedaron afuera, buscando cartuchos entre las ramas. fue entonces que nos interrogaron.

El Interrogatorio:

Policía 1: ustedes estaban allí sentadas?

Duende y Laia: así es

P 1: pueden describir la detonación?

D y L: eh, pues, este...

Policía 2: ¿puden describir al sujeto?

D y L: sujeto, lo que se dice sujeto, pues no...

P 1: ¿el auto?

D: ¡pasó muy rápido!

P2: ¿algo más que quieran aportar?

L: sí, cómo no, oficial, ¡yo sentí el aire en mi pie, así: fiiuuum!

D: yo igual!!!

L: cree que nos querían matar, oficial??

creo que fue allí que los policías comenzaron a acercarse al counter, a ver si no les regalaban un cafecito o algo. cuando partieron éstos, que vestían de azul, llegaron otros dos, que vestían de negro. mi mamá y yo (que a todas luces vemos demasiadoooo CSI) asumimos que ésos de negro eran los chidos. pero nel, concluyeron exactamente lo mismo que los otros:

DESCONOCEMOS LA TRAYECTORIA DEL PROYECTIL
REPITO
SE DESCONOCE LA TRAYECTORIA DEL PROYECTIL

pero, hagamos un paréntesis para refleccionar: a quién se lo decían??, porque el hecho es que todos tomaban el guoquitoqui y decían aquéllo pero ¿a quién? ¿a quién le importa? ¿qué cabeza detrás del guoquitoqui toma nota de la trayectoria, o quizás, simplemente, todo eso es un esquema súper fake para que si a uno se le antoja armársela de pedo a los polis, ellos siempre puedan recurrir al viejo: "yo no sé, srita, yo nomás cumplo órdenes"

o quién sabe.

el chiste es que se desconoce la trayectoria del proyectil y nunca encontraron el impacto de bala, lo cual los hizo concluir que había sido una piedra (!!!). pero el duende y yo sospechamos que fueron nuestros acreedores, porque además pues obviamente ya nunca tuvimos la gran plática de las deudas.... si usted prefiere, piense también que fue una piedra, pero, come on, es un vidrio súper gordisísimo y por ende, todos sabemos que, como apuntó Lèal:

lo más seguro
es que hayan sido
ELLOS....
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 13:21 ¤ 9 posdatas
5.5.07
lo sembrao
Ayer el Duende y yo fuimos a ver cantar a Pescetti. No habíamos sido partícipes de una regresión tal desde que fuimos a ver los títeres des Tuileries. Al menos esta vez no nos preguntaron dónde estaba nuestro niño, sino que pasamos desapercibidas entre cientos de enanos -una gran mayoría en pijama- que aventaban cojines arriba, a los lados, al vecino, a mi cabeza, etcétera. Canté a grito pelado yo soy un niño canibal y recordé alegremente aquella ida a Oaxaca. Extrañé both a la Chini y a la Tere, fans superiores. Más tarde le puse al Duende The secret, esa película según la cual tu vida puede cambiar si tan sólo piensas los pensamientos correctos. A la mañana siguiente, durante el desayuno, decidimos que -a la chingada, no further questioning- intentaríamos pensar positivo y atraer así todo lo que siempre hemos deseado. Luego nos dispararon.

Ahora que mi madre se ha regresao a su rancho y pasa el tren de las siete, rememoro algo que dije ayer. Fue a Gaby, una niña de "cuatro años y medio" que, cuando interrogada sobre si había bailado mucho durante el concierto, me contestó muy segura de sí misma: sólo dos canciones eran para bailar. Yo bailé más, le dije. Silencio. Se puede bailar en todas las canciones, agregué. Silencio. Bueno, ya me voy Gaby, adiós. Empecé a alejarme. A los tres pasos Gaby me alcanzó: ¿Se puede bailar en todas las canciones? En toooodas, le dije, puedes bailar siempre que se te antoje, no importa en dónde estés, todas las canciones son para bailar. No further questioning: Gaby sonrío para ella sola, dio media vuelta y se regresó a su mesa. Llámenme optimista pero, si mañana vuelven a dispararme y me atinan, yo ya algo sembré.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 20:11 ¤ 13 posdatas
3.5.07
3 pa este 3
Para celebrar dignamente este día de la Santa Cruz, tres opciones:
1) Construya un castillo con una baraja, luego derríbelo a soplidos.
2) Construya un barco con palillos y un pañuelo por bandera.
3) Construya una buena fantasía y échese sobre ella. Aplástela.
(PS: Si usted es albañil nada más disfrute el día: coma muy rico,
brinde y decore, con flores frescas, la cruz de su obra negra.)
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 17:19 ¤ 9 posdatas
2.5.07
rascacielos a mis olas
Si nunca escribí un post entero y únicamente dedicado a mi madre, no fue por falta de material. Mi madre nació el primero de mayo. Ahora está dormida y no voy a despertarla para averiguar la hora exacta, pero yo diría que nació en la madrugada. Tendría sentido. Según yo, su personalidad podríamos dividirla entre el día del niño y el día del trabajo. Claro que ella es más organizada. Su historial de investigadora del INAH y el SNI, diplomada como detective privado y devoradora de novelas de misterio le ha agudizado la capacidad pa elaborar teorías y escalonar etiquetas. Así, su personalidad misma se ha visto downed to three: Fifí, Selene y el Duende. Cada una merecería un blog. Pero, si nunca he escrito un post entero y únicamente dedicado a mi madre es porque, aún en esos raros días en los que me creo la muy chicha, no sueño ni de lejos con haber reunido enough misfits and mishaps, como pa que mi plumita alcance a decir a alguien tan complejo y simple. Tan cerca y lejos. Tan tantas. Mi madre es una de esas personas que, de tan personas, se han vuelto personajes.

Hace cuatro días llegamos al mar y le anuncié que, con ayuda de Cesar, le tenía una sorpresa para el lunes. Le dije que se trataba de aire y saltos. Que tendría que llevar un sueter. Que no se espantara. Levantó muchas veces la vista de su libro para aclarar las cosas: Laia Jufresa, ¿estás consciente de que tengo un soplo?

La sorpresa era mamífera y nació con pelo. Dos delfines nariz de botella en una alberca, todo para ella. Claro que habíamos más allí adentro. Pero no. Lo que yo vi fue a mi madre, en trinidad y completa (Fifí enloqueciendo, el Duende ríendo, Selene lagrimeando), abrazar a ese delfín y llenársele los ojos y el pecho de candor. Eso del candor seguramente viene de Clarín. (Hemos estado leyéndonos Clarín -Doña Berta, $16 pesos en el Gigante- después de las cenas: more about that later.) Selene es antropóloga social. Pero la impronta que le deja un pasaje leído en voz alta, un cactus floreando o un animal, por suerte, no se le ha mermado ni un poco por la deformación académica.

Mi madre es una admiradora: le gusta caminar los días. Se detiene en lo pequeño, lo respira, lo enaltece. Reímos la misma risa y la gente no para de confundirnos al teléfono, pero lo que realmente quisiera copiarle a la larga, es su capacidad de disfrute, su sincera sorpresa, su amor grande por los pequeños tropezones y diminutos aciertos que ofrece, a veces, el mundo. Ésos que yo tantas veces no atrapo, ésos que no atrapados no hacen ruido y, por ende, no existen. Mi madre es una partera de sutilezas.
*

Dicen que ésta es una de las tres bahías más grandes del mundo. Yo qué sé si es cierto. Lo cierto es que desde este lado se ven unos fuegos pirotécnicos diario a las 10 pm, y se oyen a las 10:01. También es cierto que, junto con el sonido, la bahía nos retarda las ansias. Y se respira una sólida tranquilidad en el balcón 5to piso que nos ha prestado Mon. (Gracias gracias, Mon). Es la segunda vez que mi computadora y yo nos sentamos aquí. La vez pasada hubo una muerte y un tesoro. Esta vez hay una serenidad pasmosa.

"Por aquí no se va a ninguna parte; éste es el finibusterre del mundo", dice doña Berta, que tiene caprichosas nociones geográficas; un mapa-mundi homérico, por lo soñado; y piensa que la tierra acaba en punta, y que la punta es...


un balcón en Vallarta.
*

En el mar se duerme desnudo y se sueña en compás. Se escribe con ganas y, por algún efecto de la humedad en el aire, uno empieza a sentir que no escribir es escribir: que respirar la sal es también medir los blancos, que dejarse mecer es lección de ritmo, que son buenos párrafos las olas. Literariamente, el océano es ambigüo. Le maneja varios géneros y, en resumen, el mar representa a la vez la certeza y el suspenso. Seguiría con las arenosas autojustificaciones, pero acabo de recordar una de mis tiras favoritas de Mafalda, de cuando la llevan por primera vez al mar. En los dos primeros cuadros está parada en la playa, los pies anclados al vaivén de la orilla. En el tercer cuadro llega el padre y dice: Y bueno, Mafalda, ¿qué te parece el mar? En el cuadro final ella contesta: Hasta ahora, indeciso.

Yo de chica disfrutaba y odiaba el mar a la vez. Esta piel blanca alérgica al sol y al repelente me arruinó muchos veranos. Me tomó muchas quemaduras y picaduras aprender todo el ritual de la sombra y la cremita. Según yo el mar era para devorarse. Un verano no es verano si no tienes 24/24 los dedos de viejito. Hoy que leíamos echadas en la arena recordé uno en particular, de hace más de diez años.

Estábamos en los mismos bungalows de cada año, en Casitas, Veracruz. Como cada año, estaban mis primos y las Rechtman: Ana y Paula. Pero ese año Ana -dos o tres años mayor que Paula y yo-, había dado un insospechado salto hacia la never ending madurez, optando por abandonar nuestras coreografías acuáticas en pos de un libro. ¡Un libro! Habrase oído cosa más vil.

Ana se echaba en horizontal y se pasaba horas leyendo. No sé por qué vericuetos de la memoria, recuerdo el libro mismo: era una gordísima biografía de Catalina de Médici. Mi mamá aplaudió el evento y durante muchos desayunos y botaneos sostuvieron largas charlas históricas. Luego, claro está, en cuanto Ana cerró el libro Selene lo acaparó. Lo leyó en dos días y el bla bla de la sangre y las coronas prosiguió. Yo oí todo eso, pero aún hoy no sé ni pío de los Médicis. Lo que recuerdo muy bien es que, más que la alta traición, me pesaba o intrigaba no entender lo de los libros. Cómo alguien podía (willingly!) optar por fijar la vista en un bonche de hojas renunciando al dulce-oh-dulce chapoteo. Sentía que habíamos perdido a Ana, que se nos había pasado al bando de esa gente rara que prefería los camastros al agua. Bando al que, lo tenía muy claro, yo no ingresaría jamás.

Así que hoy, cuando pensé en todo eso, invadióme una profunda vergüenza para con mi former self. Y dejé a Auster con su camastro, y fui a hacerme pato en la arena. Pero no duré mucho. No releemos nunca con la misma sinceridad. Sí-sí las virtudes de la relectura, pero a mí no me engañan: hay páginas sobre las que no se puede volver. Me resigné, me resigno: volví al camastro y “fijé” la vista.

Para mí los libros han sido fuegos pirotécnicos al otro lado de una enorme bahía: pasó mucho tiempo entre la época en que sólo los veía, y la época en que los empecé a oír.

Era una broma implacable entre todos mis compañeros de beca: ¿de verdad, terminaste un libro? Quizás, si me esfuerzo, podría contar los libros que he leído completos. Pero hoy terminé The Brooklyn Folies. Es casualidad, si se quiere, pero en este mismo balcón, hace diez meses, lloré los últimos capítulos de Extremely Loud and Incredibly Close, de Safran Foer. (Quien haya leído ambos entenderá la ironía del caso. Y podrá comprobar, entre líneas, que yo lo hago todo al revés.) Es curioso que se me hayan teñido de Nueva York mis dos visitas a Vallarta. Ahora nunca podré disociar ambos sitios. Le han brotado rascacielos a mis olas.

Quizás, con el tiempo, me convertiré en una lectora más parecida al Duende, que no lee sino devora. O quizás no. La verdad es que me gusta leer como leo. Yo leo poquito pero digiero. Aunque rime, a estas alturas ya no tengo cigarros y me da más o menos igual el estilo. Yo leo poquito pero es quizás, simplemente, porque mis lecturas no han tenido enough misfits and mishaps como para poder dormir después de una novela como la de Auster. Mi caparazón no se ha forjado. Lo que leo me marca. No sé cómo. Pero es una marca tan deliciosa (tan alejada, además, del intelecto o la memoria) que seguiré aplicándome mis dosis de libros malos y libros incompletos, o lo que haga falta: quiero ser siempre una lectora blanda.

*

Ayer en el delfinario conocí a Pascuala, una orca de quince días de vida que encontraron varada y rescataron. El Chemical Brother, encargado de prepararle su recomplicada fórmula, nos contó: Estamos tratando de salvarla pero no es nada fácil, se necesitan un montón de líquidos y polvos para tan siquiera comenzar a imitar decentemente la leche de orca, y hay que alimentarla cada dos horas, no es para nada seguro que vaya a sobrevivir. Pero qué, ¿está muy enferma?, le pregunté. No está enferma, dijo, pero no tiene mamá.

Dos horas después y a tan sólo unos metros de Pascuala, el Duende y yo nos aferramos a las aletas de dos delfines y dejamos que nos pasearan. Celebrábamos sus 54 años. Pero también, y sobre todo, celebrábamos tenernos. Estar juntas, oh, so very willingly.

En la bahía de todos existen algunas pocas cosas cuya nitidez resulta extrema. El sonido de estas cosas podrá tardarse lo que quiera, no hace falta. Tenerse es, también, no tener que decirse.

Este silencio de mar, de mi madre dormida y yo escribiendo, es quizás el sonido que más me acerca a eso que sólo se me ocurre llamar paz.

Celebro para siempre la simpleza de nuestra fórmula.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 00:56 ¤ 6 posdatas