31.10.07
al parque
la escena es un teatro. el público -mezcla de colados, punketos, funcionarios y metaleros- trae boletas (as, sí, que estamos en colombia) pero la cosa es gratis. a la izquierda del escenario hay cuatro guitarras amarillo-rojas, que como que flotan. a la derecha hay otras veinte, en cajas apiladas en desorden. se apagan las luces, entran los acordes, sale el humo. (qué es esto, dónde estoy, yo estaba en cama). esto es el lanzamiendo de la 13eava edición de "rock al parque", sí señor. sale la secretaria de cultura y reza el credo: creemos en el rock, creemos que la transgresión es un derecho... luego desfilan los vocalistas de algunas bandas (13) y leen cada uno un mandamiento: no consumiré estupefacientes en los conciertos / conviviré en armonía / me vestiré como quiera y según el clima / pasamos al homenaje a los aterciopelados que suben a recibir la primera guitarra. la secretaria de cultura se acuerda de andrea, pero no tiene idea cómo se llama el bajista. un momento penoso para la diva. un momento de gloria para el rock, que al final del día no quería ser institucionalizado. luego, sin mayor ceremonia se entregan las otras 23 liras y da concierto azafata, una banda argentina malísima a la que, concluímos, van a linchar cuando toque en el parque. (los conciertos serán este fin de semana, no me van a tocar, me voy mañana.) ya no sé si quiero irme. ya no quiero irme. hoy juliana me mostró todo lo que no había logrado ver de bogotá. y sanjay y mar, luego del rock, me llevaron a su her-mo-sa casita a comer pizzas y a que se me instalara ya en irrevocable eso que traía desde brasil: a estos países voy a volver y voy a quedarme, no sé cuándo, ni cómo, pero hoy ando optimista: sucederá. así como algún día, hopefully, mi pluma logre decir a toda la gente alucinante con la que me crucé en este viaje, pero mierda, no alcanza, balbuceo: gracias tantas, tantísimas. hace un año escribía una obrita llamda la vida es un parque, en la que durante demasiadas cuartillas tres personajes discutían sobre la suerte, el azar o el destino. mucho blá-blá. yo sólo me siento muy suertuda, sin más. mi vida es un parque.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 02:37 ¤ 5 posdatas
29.10.07
lo que no puede decir la z
En Bogotá llueve. Pero hay ley seca porque hubo elecciones. La gripa -hija de un aguacero en Sao Paulo- me crece. Me doy un baño. Cuando yo era chiquita si prendías la tele de un hotel oías otros idiomas, veías otras cosas, hoy todo es sonienterteinmentelevishon. Todo es fashion. Tenemos que enflacar, tenemos que tener esos lentes, tenemos ataques de pánico. Tengo muchos escalofríos, creo que es fiebre. Daría el planetario de allí enfrente por un abrazo. Nunca entendí bien por qué se dice “enfermo como perro”. A menos claro que se refieran a Julius, el perro de Benjamin Malaussene, que sufre de epilepsia.

Dicen en la tele que en Argentina ganó la Kirchner. Dicen que los peronistas compiten por ver quién es más peronista, y que los radicales por ver quién es menos radical. Acá para alcalde parece que ganó un tal Samuel Moreno, no tengo idea a qué ista pertenece.

Estoy enferma como perro y soy toda sed, toda saudade. Llamo a la recepción para preguntar la hora y me responden: ¿señora? Ah, Colombia... Resulta que es la misma hora que en mi computadora, o sea que en México y a mí ya me están dando ganas de estar en casa. La gripa tiene siempre ese efecto. O quizás no se me han deslavado todas las caipirinhas que bebí antes de volar.

A mi amiga Diana hacía 5 años que no la veía. La última vez fue cuando vine a Brasil, en eso que yo siempre digo que fue el mes más feliz de mi vida. Le escribí hace unos días casi sin esperanza de encontrarla, porque es de Río y porque era un mail viejísimo. Pero contestó: esta semana vi fotos de México y pensé en ti, vivo en Sao Paulo, ven a mi casa. Lo de las fotos yo no se lo creí, pero me puse muy contenta. Cuando salí de la oficina y llegué a su casa, lo primero que hizo después de abrazarme fue mostrarme un libro de Tina Modotti: “mira, porque yo sé que no me creíste”. Hay cosas que nunca cambian.

Diana vive con Pedro. Pedro fue al Amazonas, a Río Negro y me explica el fenómeno de cuando éste se junta con el Rio Solimoes. Se hace tanto barullo que se puede sufrear. La cosa se llama pororoca. El nombre proviene de una lengua indígena amazónica. Claro, no iban a ser los uruguayos con su río tranquilo los que lo pudieran nombrar. Les digo que ese fenómeno ni en la tele lo he visto y Diana se ríe mucho porque a su mamá le gustan los programas del discovery, y desde que ella tiene memoria esos programas hablan siempre de lo mismo, tanto que al discovery ella le dice “el canal del pororoca”.

Hacemos panes de queijo de polvito y Pedro es el rey de las caipirinhas. Caminamos al SESC (tendría que escribir un panfleto arquitectónico-social para decir lo lindo que era ese sesc) y hay velada de samba. Eso que había escrito abajo, del privilegio del vocablo, loescribí antes de la noche de samba. Ahora quiero aprender la lengua y entender bien las letras. Cantarlas a tope, el corazón todo indignado por todos esos cavaquinhos que les fueron arrebatados a sus dueños en la dictadura. Olvidemos lo de volver siempre, habría que vivir en Brasil para absorberlo. Quedarse aquí, poner el cuerpo.

Esa expresión de "poner el cuerpo" siempre me ha chocado. La dicen en mi imaginario las morras newage que bailan bien y piensan bien y expiden esa peculiar sensualidad universitaria que yo nunca logro terminarme de creer. Pero anoche vi bailar durante más de dos horas a una mujer de más de 60 años. Ponerle el cuerpo. Hizo pareja con una niña de 16. Cada una había venido sola, a oír la samba con los pies y a que se les desvaneciera todo lo vivido en las caderas. Poner el cuerpo, digo, y así quisiera escribir yo.

La primera vez que bebí una caipirinha fue en París, Diana llegó a las 10 am y preparó botellitas para que nos las lleváramos a la fête de la musique. A medio día estábamos todos borrachos y por primera vez no nos hablábamos en francés. Es un mal hábito que raramente olvidamos, Diana y yo, pero esta vez lo logramos casi del todo, diciéndonos yo en español y ella en portugués que tenemos una de esas amistades buenas, raras, para las que el tiempo no pasa, y qué hacemos ahora, en dónde hemos estado, algo pasa con Brasil que está siempre dándole la espalda al resto de América Latina, tienes que venir a México, y tú a Brasil pero con más tiempo...

La última vez que rechacé una caipirinha fue en el 2002, en Porto Allegre, y fue inteligente porque algo les habían echado. Mi grupo quedó drogado en la primera ronda, una se cayó de la camioneta y otro, un payaso rumano, me atacó. No hay ningún eufemismo en esa frase: era payaso y era rumano y me atacó.

La última caipirinha que bebí fue hace no tantas horas, la preparó Pedro y no pude terminármela porque llegó el taxi que me llevaría a mi avión de madrugada. Los abracé y prometí volver con más tiempo, volver para quedarme. Diana me cree, lo sé porque dice que en lo principal yo no he cambiado: llego cuando menos me esperan, siempre aviso que estoy en el país cuando ya estoy y nadie sabe bien de dónde vengo ni cuánto me quedaré. Cinco años no son nada.

Brasil se escribe con S era el lema del carnaval en el 2002, ese año en que fuimos al Foro social mundial, yo vendiendo joyitas para comer y todos apilados en un autobús durante 24 horas, con poquísimos y muy endebles credos y que, al menos para mí, dejaron de serlo allí mismo for good. Tomamos un edificio abandonado en el centro de Porto Allegre, todos con las narices rojas que nos dio el rumano. Luego hicimos mucho show, recopilamos muchas firmas. Al final de la semana nos dieron 2 millones para la asociación y el edificio. Pero por lo demás todo eran quejas en el foro y para mí, de todos modos, Brasil no fue eso. Brasil fueron los alumnos de Diana en Mangueira, una favela de Rio donde intentábamos que los niños hicieran papel maché. Era difícil porque faltaban dos semanas para el carnaval y a los niños se les movían los pies y los hombros, qué iban a estar haciendo muñequitos si se los comía la expectación, si sudaban samba. Antenoche cantaron una que decía: al que no le guste la samba o está mal de la cabeza o está enfermo de los pies.

Depués de ese carnaval dos de los alumnos de Diana, dos niños, fueron asesinados en una calle de su favela. Brasil se escribe con S porque debajo de la violencia late una vida de bordes redondeados, alisados por cierto calor humano, porque al dolor lo redondea la samba, y porque nada de eso podría decirlo una Z.

Después de ese carnaval yo nunca más participé en una manifestación, nunca más hice teatro, ni me puse narices rojas, ni me busqué un tema. Me refugié buenamente en la palabra. En la flexible, la que es alérgica a los lemas. Quiero escribir y eso es todo, ponerle el cuerpo. No se baila igual un párrafo que un verso, no se desliza lo mismo sobre erres que sobre efes, que no vengan a decirme que puede escribirse sin el tacto que implica palpar las letras, sin la música que está intrínseca en la palabra, y sí, también cuandó sólo está escrita.

Bailando en el SESC se me renovó un credo: la escritura debe bajar al cuerpo. Y por bajar quiero decir venir, venir del cuerpo. Seamos honestos: no hay literatura sin ritmo. Demasiada cabeza entorpece la escritura. La atrofia como en general atrofia las cosas del amor.

No sé cuáles fueron los lemas de los nuevos alcaldes colombianos, ni recuerdo del todo el de Cristina. Me da igual, hace mucho que renuncié a la fausse espoir de los lemas, a la afiliación a cualquier ista. No quiero atarme a verdades que no tengan que ver con cierta musicalidad, con cierta emoción: sólo eso es cierto.

A tristeza e señora, desde que o samba e samba e assim. A lágrima clara sobre o pele oscura. A noite, a chuva que cai lá fora. Llueve todo en mí, pero amanece. Estoy enferma como un perro. Tengo ojeras y moretones y todo en mi cuerpo es palabra, porque fuera de ella estoy muy sola. Rebota un rayo de sol sobre el techo del planetario, lá fora. Bogotá reverbera.

O samba e pai do prazer, o samba é filho da dor.


Algo termina, algo empieza.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 11:26 ¤ 4 posdatas
26.10.07
el privilegio del vocablo
durante años no volví a brasil porque me daba miedo, porque no sería igual, porque la rola dice claramente que al lugar donde has sido feliz no debieras volver... ahora que vine por chamba me curo de prejuicios: fuck las odas al pasado, yo quiero volver mil veces a brasil. quiero nunca dejar de venir. nunca aprender bien el portugués y que siga haciéndome babear cualquiera que lo hable. no entender nada del todo, de todos modos ya se sabe que yo oigo lo que quiero e invento el resto. y aquí lo hago más comodamente. no quiero curarme nunca del misterio e incluso si logro ir seguir diciendo, como en letanía: quiero ir al noreste. y quiero decir siempre saudade con un acento malo, mío, porque la saudade de todos modos nunca es pronunciable. ni del todo compartible, aunque la tengan todos. porque el portugués tiene el privilegio del vocablo, sí, pero de la saudade, como de la tentación de volver a donde más feliz se ha sido, nadie se salva.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 12:23 ¤ 1 posdatas
24.10.07
lo indeleble
Es seguramente porque yo tengo un padre hermoso y que Cassio tiene una hija tan especial, que podemos charlar durante horas. Que a él no le aburren mis veintipico, que no me espantan a mí sus sesenta y algo. Es seguramente porque conocíamos ya cada cual la belleza del intercambio padre-hija, que hablamos. Pero es quizá también porque él no es mi padre y yo no soy su hija, que nos contamos las cosas. Porque ninguno duda del valor del intercambio entre amigos, y sabemos que es de encuentros que estamos ambos hechos, ambos siempre construyéndonos.

Cassio me consciente y me lleva por Montevideo, a comer delicioso, a ver el río de la Plata desde el cerro. Ay este río, mamma mía. Cómo -me pregunto viéndolo- aprende el enojo un uruguayo. Cómo, si crece con esta paz pasmosa inundándole la vista a cada vuelta de esquina, cómo aprende de olas y vaivenes, si crece frente a lo que sólo puede describirse como un mar que no se azota.

Y cómo aprende a discernir un uruguayo, si lo que ve primero es esta agua que no acaba.

Cómo aprende a no fruncir el entrecejo frente a cualquier otro río, y a no desdeñarlo: “¿esto?, pero si esto es un riachuelo…” ¿Qué tiene que decir un uruguayo frente al Sena? ¿Bostezan junto al Hudson? ¿Qué podría yo contarle a un uruguayo del río junto al que crecí, que es un riíto mal parido, lleno de truchas y de pulpa de café y que no recibe casi sol porque está todo sombreado por las hayas?

Cómo aprende a perdonar un uruguayo a los ríos más pequeños, a los impúdicos, a los que muestran las orillas. Cómo aprenden a transgredir, a cruzar y ¿tendrán acaso más desarrollada la imaginación, los uruguayos, de tanto imaginarse el otro lado?

Yo digo que esos termos estacionados perennemente en las axilas de los uruguayos no están allí tanto por el mate, sino por el agua misma; que el termo les reaviva las certezas, fundadas todas sobre una sola: un río que a simple vista es infalible. Y que el mate es una excusa, un vago recordatorio de la vileza poco onírica del suelo, de la tierra firme.

Pero seguramente que los uruguayos se enojan, y se cercenan, y entienden que las fronteras son látigos. Seguramente idolatran París y quieren escaparse a Nueva York. Quizás incluso alguno añora sin saberlo la humedad sombría en la que crecí yo. No lo sé bien, porque yo casi sólo he hablado con Cassio, que es una mezcla muy humana de geografías entrelazadas. Se le emociona el alma cuando habla de México, pero habla con igual fascinación de la renovación del puerto de Sudáfrica, de las diferencias entre las capitales de las dos Coreas, de la sensualidad brasileira, de Colombia nuestra hermana, del valor de Japón, de un santón en la India que por un instante hizo temblar su idiosincrasia, de las diferencias de género en Paraguay, de las distintas cepas del Cono Sur, de Cantabria donde a sus 50 se regaló sentarse a releer la Divina Comedia, de tantos mares, tantos montes, tantas aguas. Esto es lo que se llama indeleble, me digo, el rastro acuoso de los cinco continentes, en una sola mirada.

Cassio me cuenta que ahora da sus clases con google earth, pero yo me lo imagino de otro siglo, con un lente de un solo lente y dorado, fumando pipa y trazando mapas. De eso está hecho este hombre, me digo, de un amor al mundo, a la geografía y que pasa, siempre, por un amor a la patria. Y la patria, ya se sabe, es la gente también, la gente que se ama.

Seguramente es porque somos un par de sentimentales, que Cassio y yo hablamos tantas horas, y que a ratos, por turnos, se nos nublan los ojos. Generalmente a mí cuando hablo de mi padre, generalmente a él cuando habla de su hija Valeria, que es mi hermana.

Y seguramente es por lo que ambos hemos sido estos días que yo, aun durante el impersonal tránsito aeroportuario hacia Sao Paulo, puedo sentirme algo especial. Y que espero que él -cuando despierte, frente a ese mar que no será nunca mar pero ya es suyo-, se sepa hermoso.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 11:34 ¤ 11 posdatas
22.10.07
nunca antes visto
En Montevideo los camiones traen este letrerito:

OTRA VEZ BAJÓ EL BOLETO
octubre 2006: 17 pesos
noviembre 2006: 15 pesos
octubre 2007: 13.50 pesos
REBAJA TOTAL: 3.50 pesos

Podemos concluir que 1: antes los boletos bajaban de precio más seguido y 2: el mal humor de los cobradores puede ser reciente, ya que antes no tenían que estar lidiando con monedas de 50 centavos, lo que debe, con toda seguridad, ser una chinga. Por otra parte, el asunto de los cobradores resulta peculiar ya per se, pues si bien acá le pagas no a una máquina sino a un guey, hay que ver lo maquinales que son los güeyes. (Esto nos habla del compromiso con el que se recruta en el transpúblico uruguasho, y esas cosas.) Pero, en mi opinión, lo verdaderamente digno de señalar sobre los buses montevideanos es que cuando te subes, si vas a bajarte hasta el final de la ruta, al cobrador lo que le tienes que decir es:

al destino, por favor.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 14:20 ¤ 4 posdatas
20.10.07
soda porteña
Buenos Aires no es la ciudad más hermosa. No es ni de lejos la más limpia, ni la más amable. Pero hay algo de incontenible en ella (algo no describible, únicamente caminable). Hay algo que la mantiene a hervor. Está despierta. Invita todo el tiempo a recorrerle los recovecos, a atravesarle las puertas, a parpadearle en las ventanas.

No tengo casi fotos de Argentina, ni las deseo. Presiento que voy a conservar intacto el quejido animal de un elevador mal cerrado, la penumbra deliciosa de La Catedral (donde la única religión es el tango), la brisa acuática con olor a asado que permea toda charla en El Loco de Quilmes. El subte cuando es el de madera, algunas banquetas, algunos portales.

Guardo la risa de Juan, que es como para adentro, como para él mismo; y el modo casi imperceptible en el que me alegro yo cuando él se ríe. Conservo la mirada un poco temerosa que me echaba Paco cuando volvía a entrar en su casa tarde por las noches, a veces dolida de Buenos Aires, a veces fascinada. Me quedo con la dulzura dubitativa de Llamosas, con el fondant exquisito de Paule, con la creciente panza de Ana y el modo en que Daniel se la acaricia, como si al tacto fuera a revelársele el nombre que exige o desea o merece, lo que allí se gesta. Y con Fabio. Fabio porque cada verso suyo es una lección para mi estética endeble, para mi emoción tan frágil. Y oírlo leer los mismos versos, a cuantos mil kilómetros de donde antes, me nutre en medidas no pronunciables. Se me renuevan las ganas de escribir. Porque escribir puede ser una necesidad, pero a la sed que implica siempre le viene bien ser refrescada.

Refrescante en su dureza, así es Buenos Aires. No se esfuerza por estar presentable, lo que quiere es ser representada: abre sus teatros a todas horas, todos los días. Está despierta. No es una ciudad pintoresca, es para pintarse. Cuando te traen un café, te traen siempre a lado un vasito de agua mineral, soda, que le dicen; y a mí no se me ocurre otra imagen para pintarla mejor: Buenos Aires burbujea.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 12:01 ¤ 5 posdatas
18.10.07
con lo caro que está el tomate...
(acá va un post largo pero puntual en el que se describe de modo ameno e inteligente la economía argentina actual, con subtítulos esclarecedores tales como "las facturas ahora cuestan 7 pesos, cuando hace 6 meses costaban sólo 3" o bien, "por qué cristina kirchner no se compra un nuevo rimel". cuando encuentre el blog donde alguien lo escribió les hago un cpy and paste. promesa.)
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 16:06 ¤ 4 posdatas
15.10.07
corregimos:
a quién le importa el fut cuando tienes el rugby!

(con esta imagen constatamos que los cánones de besheza están cambiando en arg: ahora los maniquies masculinos serán fornidos, como jugador de rugby, o no serán)
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 21:28 ¤ 7 posdatas
13.10.07
predicciones
hoy la coni, la sole y el chris me leyeron mi carta astral. para ser exactos: carta natal y de tránsitos y carta solar. (esto dicho con cara de lo bien que lo entendí). fue en un restaurante peruano, al calor de unos piscos sours y unos chupes de camarón. fue GENIAL, porque ellos son geniales. pero de mi carta no voy hablar acá porque todavía no he procesado, además de que, ultimadamente, eso de las estrellas de uno es harto íntimo (eso del universo es privao!) y en este blog sólo se tocan temas de interés público e internacional tales como, por ejemplo, el futbol. hoy juega chile vs arg: se siente la tensión. yo, que sé muchísimo del tema, hoy desperté en santiago pero dormiré en buenos aires. así que tras un análisis profundo y desinteresado, concluyo que, dos puntos, un empate sería lo más justo.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 16:12 ¤ 4 posdatas
12.10.07
mi bisnes con miss eva
inmediatamente después de haber publicado el post anterior fui contactada por sernatur, que me ofrecían "pega" pal resto de mis días. iba a acceder, pero entonces miss eva tuvo a bien ejercer sobre mi persona unas buenas dosis de su especialidad: el chantaje sentimental. después me hizo una oferta que no pude rechazar: ¡una tarjeta de memoria para mi cámara! todavía no me la entrega, así que por lo pronto seguiremos con videos de medio minuto. dado que ya no puedo venderle nada a sernatur, les dejo acá algunas leciones básicas sobre chile de nuestra serie "atención". enjoy.

lección 1: sobre la compatibilidad de escenarios



(transcripción del script poético y sorprendente: "atención estamos en las dunas. pero también hay mar")


lección 2: en con-con yo avalancho, tú avalanchas, etc



lección 3: religiosidad líquida básica

 
dijo Laia Jufresa en punto de las 16:42 ¤ 0 posdatas
10.10.07
mi bisnes con sernatur
ciertamente, en valparaíso es más dificil sostener todo el bla bla de que chile es primer mundo, pero yo he recopilado un par de argumentos del tipo comparativo-luego-irrefutable, a su favor, que pienso venderle a sernatur:

1. las micros en valparaíso son igualmente salvajes que en el df (incluso quizás peor dado que en hora pico, si te toca ir paradito junto a la puerta abierta probablemente salgas volando por una curva y un precipicio), PERO todas tienen cortinas.

2. los taxis colectivos (y ojo que digo taxis colectivos sólo para que ustedes me entiendan, pero en realidad -valparadisiano anónimo dixit- "los taxis son otra cosa, po. estos son colectivos nomás, po") son los mismos tsurus jodidos que en oaxaca, con la honorosísima diferencia de que al frente se sienta sólo un pasajero.

3. las consignas estacionativas son harto específicas:

en general las consignas son harto específicas:

mas no por eso descuidan el detalle iconográfico:


4. y last but not least:
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 09:18 ¤ 9 posdatas
9.10.07
un demasiado largo minuto
El día que me fui a Bahamas murió Nena.

Ya alguna vez hablé aquí de Nena. De su pan de miel, de su textura suave, de su joie de vivre. De su risa que yo tomaba prestada para atesorarmela en la memoria, una práctica (quizás) común para todo el que nació falto de una de las dos abuelas que tocaban.

Y he tenido mis silencios, mis charlas con esa memoria en algunos de los muchos aeropuertos que he pisado en estos últimos días, en los paisajes que he descubierto, en los atardeceres que he pasado sola en ciudades que no son la mía.

Hay una virtud en todo tipo de extranjería: intensifica la intimidad de las cosas. La frontera es el cuerpo, Adentro y Afuera son dos países. Uno es patria y el otro es camino, pero ninguno es mío.

Y en esos ratos que pienso en Nena se me solidifica, como una piedra, un arrepentimiento. Es redondo y duro y frío: pesa el peso de los abuelos, que es el peso de la gente que yo hubiera querido conocer mejor.

Nena no era mi abuela, me vio crecer a un ritmo de un par de visitas al año, pero me vio. Y lo que pesa en mi piedra es ¿qué tanto la vi yo a ella? Yo hubiera querido saber más sobre los sombreros y su confección en el México de principios de siglo, y hubiera querido preguntarle si Mila era traviesa, si Paula nació bailando, si Ana se parecía a ella.

Como no conozco otro bálsamo que la escritura, hubiera querido escribir a Nena. Hacerla personaje, dibujarle un país sin fronteras, entrar allí y saludarla con la mano; llamarla por su nombre.

Luego me invadió el afuera. Su ruido, su prisa, sus despertadores. Y apenas anoche, sentada en una banquita muy alto, viendo la noche caer bien fría sobre Valparaíso, la piedra nudo comenzó a disolvérseme.

Con este minuto de silencio dejo de arrepentirme, Eugenia, y comienzo a despedirme.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 10:15 ¤ 3 posdatas
4.10.07
eh, este...
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 20:30 ¤ 11 posdatas
3.10.07
en cordillera
Ya que me sentía del todo parte de la familia Avianca (es decir que ya decía "el respaldar de la silla" y el "pasabordo"), me cambiaron de aerolínea. Un gesto muy nice, si tomamos en cuenta las pantallas individuales que ostenta Lanchile para ver películas, programas, jugar juegos. A la mía no le funciona el volumen. Me quedo dormida antes de protestar y es una suerte, porque cuando despierto y abro la ventanita, aparecen.

La primera analogía que viene a la mente es la de un montón de viejos sabios apilados, dormitando. Luego cambia un poco el sol y uno se acostumbra a los reflejos: distingue mejor los bordes y las variaciones: los hay más jóvenes, menos blancos. Los hay que tienen canoso sólo un lado. Sobrevolamos algunas que son casi rosas. Y una rojiblanca, con la textura tierrosa de esos juegos en los que bailaba la arena de colores formando falsas montañas bidimensionales encerradas en un vidrio.

Mucho tiempo después hacen aparición los cultivos. Las parcelas verde-café asemejan las camisas a cuadros de todos esos señorones. La analogía varía ligeramente: la cordillera es una fila desordenada de leñadores. Algunos presentan arrugas prolongadas en el lomo. Me pregunto si serán carreteras o qué clase de derrumbe pudo trazar líneas tan finas.

Luego el avión baja, se distinguen los tractores, las vacas, los coches, las casas. Nos dejamos tragar por la cuadrícula humana. Porque uno es eso: un pedacito transitorio. Un fragmentito de mundo. Necio y valiente en el mejor de los casos, mas no por eso menos involuntario. El avión hace sombra y toca tierra. Nadie se sobresalta: hace mucho que nos sabemos diminutos. En mi pequeñez hay algo de silenciosamente eufórico: nunca antes pisé suelo chileno.

Ya en Santiago salgo a caminar. Tras descubrir que aquí yo me llamaría Laia Jufrutillas (!!!) me siento en un café. Hay al lado una peluquería llamada Memphis. Tiene un póster que dice: "Antes de que alguien hiciera algo, Elvis hizo todo."

Es más o menos lo que hubiera querido decir yo: antes de que nadie hiciera algo bello, estuvieron Los Andes.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 21:29 ¤ 14 posdatas
2.10.07
colombia o el exceso de ser
Ejemplos reales:

"Te llamo es para decirte que…"

"Yo debería haber estudiado era arquitectura."

"Voy es a arrendarme un apartamento."

"Tocaba que hablara frente a toda esa gente, y yo era asustadísima."
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 21:50 ¤ 7 posdatas
1.10.07
en cartagena
Me sentí identificada con las "chivas"

pero fue cuando el trío de vallenato que va ahí trepado cantó ésta:

El domingo fui del todo una buena turista: visité el castillo de San Felipe
y, claro, los zapatos viejos (mamá, ya puedes dormir tranquila)

Bebí tintos en la calle:

Recordé por qué debería comprarle una tarjeta de memoria a mi cámara

Y, pero, sobre todo,
develé el pequeño misterio
de por qué los colombianos bailan como bailan:
Photo Sharing and Video Hosting at Photobucket
(¡tienen resortes en las patas!)
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 01:33 ¤ 10 posdatas