23.1.08
con el apagón...
Me llegó un papelito de correos que decía URGENTE. Fui al correo a buscarlo y era una enorme caja verde. Cuando las cajas son verdes el envío viene de España. Qué raro, pensé. Luego descubrí que el remitente era el Ayuntamiento de Langreo y entendí de qué iba aquello.

Langreo está en Asturias y nunca he puesto un pie allí, pero en julio del año pasado se falló el certamen de Art Nalón en su modalidad de literatura, al que os habéis presentado y del que os adjunto el acta del jurado.

Siempre me ha gustado que los jurados "fallen", hay cierta dignidad en el vocablo: envuelve la resignación modesta y apenas lógica de toda selección (que es siempre, claro, subjetiva cuando no arbitraria). Anyway, el jurado falló y a mí y a otros varios nos escribieron que Vuestros cuentos serán publicados en la edición de 2007 del recopilatorio "Cortos, cortos", del que recibiréis 25 ejemplares. Creo que destapé un vino con alguien, me las di de internacional un par de días y luego me olvidé del asunto. Hasta ayer, que llegó una gran caja verde con 25 ejemplares de la antología. Los cuentos, en efecto, son cortos cortos. El mío tiene 3 páginas. Pero son las primeras 3 páginas que veo pasar de mi compu a un libro de estos serios, sin colores ni dibujos.

Los libros, para algunos -yo incluida- tienen ese algo del que ya se ha hablado mucho. No brillan como las revistas pero ostentan cierta reticencia a la fugacidad de lo mensual, lo trimestral, lo online. Me emocioné al verlo. Luego, cuando estuve a solas en casa extraje uno a uno los 24 ejemplares (no es que me hayan tranzado, sino que ya le había dado uno a la Vale). Luego abrí uno y lo olí. Olía a libro. Y a mí me dio ese algo del que no se puede hablar. (Si se pudiera ya nadie haría libros: tendríamos más que suficiente con el brillo, con las vitrinas, con la publicidad.)

Se acaba de soltar un ventarrón del tipo que hará aparición mañana en los periódicos. Se fue la luz en mi cuadra. Una pareja se pelea a gritos. Me asomo, es imposible no quedarse mirando la escena, es de lo más dramática: ella trae una falda que revolotea con el aire, la calle está oscura, los dos vociferan. Me pregunto si alguien más los mira, que es casi como preguntarse si uno escribe para ser leído. Ella -brazos en alto- grita "¡se acabó!" y camina. Él la sigue, doblan la cuadra, los pierdo de vista. Show´s over.

Luego quiero volver a esto y describir a qué huele un libro. Pero ya no sé. Perdí toda inspiración descriptiva con el incidente. Supongo que verse publicado tiene algo de apagón. Algo parecido a la impotencia. No puedo crear la elecricidad, tengo que esperar. No puedo cambiar lo impreso, tengo que escribir otra cosa.

Ahora quiero que vuelva la luz y vuelva el internet para no seguir alargando este post. Para seguir escribiendo el libro que actualmente escribo. Y porque no quiero estar a oscuras: alguien podría mirarme.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 18:43 ¤