6.11.07
juliana
será en una tarde lejana, cuando esté vieja y la piel me huela a pastilla y la belleza sea, forjada del dolor y de por dónde me cojeó o me asaltó la vida, y lo que dejó adentro. sólo entonces me haré ese té: abriré una libreta limpia, empuñaré una bic, y si pasa por ahí algún nieto se reirá, porque las plumas serán cosa del pasado.

yo al nieto lo miraré pasar con insólita indiferencia, mágicamente desprendida por un rato del amor babeante de las abuelas, brillante y egoistamente aferrada sólo a lo que en mí es imperante, a un algo que hay que escribir, y será tu nombre.

estaré vieja, podré sacarme en letras -como una confesión, como un testamento- el por qué dentro del hormiguero inmenso de gente que conocí, y dentro de la colmena más reducida y más blanda de la gente que quise, saltaste siempre tú como un referente, como uno de Los Personajes.

estaré vieja: sabré de cierto que los adjetivos sobran.

estaré vieja: habré encarnado la hermosa lección de lo simple.

estaré vieja y escribiré simplemente: yo tenía 16 años y me dolía todo lo habitado, por turnos: la ciudad que desconocía y el cuerpo que me cambiaba. una mujer, entonces, atando cabos desde el otro lado del oceano, me dio fuerzas. y escribí. y quizás hice eso de mi vida por esa mujer, que no contenta con haberme señalado como sin querer y al paso lo que se convertiría en mi camino, siguió durante años acertando golpes en mi haber. eran pocas y atinadas sus palabras: decían lo real, hacían resurgir, cada vez, de entre toda planicie y todo atolladero, lo importante.

para esa tarde de lucidez senil falta mucho, porque yo no estoy vieja todavía, sino apenas armándome.

pero estoy armada.

(estamos: sabemos lo que hay que empuñar)

seguimos.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 12:44 ¤