9.1.07
la novela que algún día escribiré
Porque hace días que se acabó The History of Love (altamente recomendada, por cierto), me bajé un Agatha Christie del librero: El espejo se rajó de lado a lado. Nada se compara con mi deliciosa regresión de esta tarde, junto a la ventana porque llueve, y esa peculiar sensación de infancia. Ni siquiera el pequeño misterio de POR QUÉ NADIE COMENTA MI MARAVILLOSO VIDEO DE ACÁ ABAJO (y, por cierto, súbanle el volúmen antes de verlo).

Mañana me vuelvo a mi casa así que he empezado una lista detallada de los apodos que me tiene mi iaia: cuquis naquis, bulto sospechoso, catérvica, bestia peluda, encanto... ahora no recuerdo otros, pero hay algunos neologismos bastante peculiares.

Lo cierto es que no me gusta despedirme. No me gusta no hablar catalán, que es lo que se escucha en esta casa cuando creen que no estás en la plática (cuando estás en la ventana todo el día, con una Miss Marple particularmente mal traducida) y no me gusta irme. Pero me llevo algunos acetatos viejos. Eran de mi abuelo o de mi padre cuando era niño, no sé bien. También encontré un examen de primaria (mayo del 56) y un reglamento del 48. Hay que ver las cosas que se roba cada quién...

De todo lo que leí de la Christie -y en verdad que fue mucho- sólo recuerdo dos y no los títulos. Uno era un asesinato en un avión y la solución era bellísima: lo habían matado mandándole un aguijón con un popote. El otro era un cuento breve en el que una pareja recibía una herencia supuestamente escondida en un mueble. Pero destripaban el mueble entero y no aparecían más que cartas y papeles viejos. Luego Miss Marple, en dos segundos les revelaba la verdad: que era en los timbres que estaba la fortuna.

Cuando tuvieron que separarse (porque él huyó a México y ella a Arbucias), mis bisabuelos establecieron un código secreto de correspondencia.

El código dictaba -y es aquí donde nace la novela que algún día escribiré- que si mi bisabuela firmaba la carta como "María", es que estaban obligándola a escribirla. En cambio, si firmaba también con apellido, significaba que la carta era cierta.

Las cartas siempre dijeron "vuelve, que Franco te dará la bienvenida".

Y siempre estuvieron firmadas como María.

De todos los libros de Christie que leí (yo que escarbo las cajas de mi abuelo con la certeza de que algún día me develarán algún misterio), nunca jamás logré adivinar quién era el asesino.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 18:02 ¤