13.11.06
mi libreta es bipolar
Como la prueba científica irrevocable que hacía falta, transcribo:

AYER:

De las vigas de esta estancia cuelga el consumo ilimitado de estímulos. Viene en racimos. Hay que quedarse muy quieto, los ojos bien abiertos, no hacer caso de la nube y mirar lo que se deja mirar con el derecho. Percibir el balanceo silencioso de todo cuanto desea ser percibido. Hay que abrir también las orejas y medir con el cuerpo inmóvil la distancia entre aquel candado y esta mesa, entre la diana y los dardos y mi mano, ¿cómo cupo tanto chunche en un cuarto tan pequeño? Los estímulos los hay visuales y arcaicos, modernos y auditivos, los hay apenas perceptibles -una hormiga, una brisa- y los hay monumentales: el color de los muros, los libros, edith piaf, best of, trepando desde la cocina. En esta casa conviven el edredón en que me escondía de bebé y muebles que nunca antes vi. Hay que quedarse muy quieto y hacer las paces con algunas cosas. Pero esta tarde eso es fácil: entre los racimos mis rencores se tornan líquidos, todo flota y rebota sin prisa, todo me resulta pacífico y tranquilizador. Es la misma sensación de cerrar los ojos y pisar las uvas mientras en el rostro te golpea el mediterráneo. No que haya pisado nunca uvas, pero así hay que imaginarse todo lo dionisiaco… Lo cierto es que Xalapa es más Xalapa hoy que en todas mis últimas visitas. Chispea, hace frío, me siento en casa. Hace unos días me aprobaron mi proyecto y mi presupuesto, pero todavía no me cae el veinte de ese tren en el que estoy por subirme. Además y pese a todo, me voy a mudar. En poco mi vida va a tornarse una vorágine de mudanza, aviones, entrevistas y cajas. Será curioso el concierto, la mezcla entre un absorbente trabajo nómada, y un quererse arraigar a un nuevo lugar. Pero ahora mismo todo parece lejano, e improbable. Todo está detenido. “Esta estancia”, dícese de la calma que precede a la tormenta. En la cocina alguien piadoso calla a la Piaf y durante un rato reina el chispeo. Luego Mozart mozartea en la grabadora y Cleo se rasca la panza en el tapete. Hay que quedarse muy quieto, cerrar la nube, hay que asomarse ahí adentro: hoy mi calma es más calma que en todas mis últimas visitas. Cosa rara: es domingo y no me pesa. Me hago imperceptibles acrobacias en la memoria y en la pertenencia: son míos los racimos de estímulos, el tiempo que me toma absorberlos, la estancia en que se multiplican por cien los vhs de Sol, los caballetes de Emilio, las fotos de mi madre que allá abajo hojea revistas y lanza propuestas de cómo decorar el nuevo departamento. Mi madre, única visión clara entre mis tantos nubarrones. Hoy –cosa extraña- estoy aquí, y sólo aquí. Hoy es mío mi miedo y mía es mi torpeza. Hoy es mía mi furia y la contengo.

HOY:

Hoy me di de alta en hacienda. Soy un jodido adulto y no hay nada que hacer. Pasé de la carretera al oftalmólogo y las noticias no son buenas. La china y el duende me regalaron un parche de pirata. Es realmente incómodo Me gusta que al menos es contundente: de aquí a acá todo es negro, de allá para acá, blanco. Hoy lo veo todo así, medio parchado, medio incompleto, medio partido en dos. Me releo lo de ayer: hoy no hay racimos para un carajo. Hoy me formé su par de horitas y ahora tengo RFC. Hay que decirlo, no concuerda: hoy ando parca y trunca y aun así es un hecho que existo: persona física, cautiva, obligada a declarar mensual y anualmente. Seriously, qué clase de gente labura en hacienda que te preguntan el color de la casa sin documentarte las carencias...
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 22:20 ¤