En el infierno, entre la sala de "visite al dentista por toda la eternidad" y la de "fórmese, el descuartizador no tarda", debe existir una estancia inhóspita cuya escenografía imite un departamento-no-tan-grande después de un gran-reven.

Sólo que en el infierno no podrán hallarse entre los vidrios, el piso pegajoso y la basura, ni uno solo de los buenos recuerdos que hay, hoy, aquí.