28.12.07
tradiciones son
Continuando con la antiquísima y bellísima tradición iniciada el año pasao, ora les traje de regalo un clásico de mi abuelo materno, el "sin par Buelo Ramón" -mal hablado, violento hasta para la querencia y aún muy extrañado por todos los que hoy nos repartimos en callejuelas xalapeñas, sao paoleñas y chilangas, siendo todos los que estamos y estando etcétera... Banda lectora de este glob: MUY flix 08 les desea miss eva y yoni lavoriel otro tanto, enjoy.

El sin par borracho Antón
cayendo de un tropezón
gritó con todo su aliento:
¿Quién se cayó?

Y en la pared de un convento
el eco le contestó:
YOOO


Mientes pícaro, yo fui
y si el casco me rompí
lo cubriré con pelucas.
LUUUCAS

¿Me conoces tú, tunante?
Pues aguarda un instante,
conocerás mi navaja.
BAAAJA

Bajaré con sumo gusto
¿Te figuras que me asusto?
al contrario, ¡Más me exalto!
ALTOOO

¿Alto, yo? Piensa el osado
Qué rico laurel me he ganado
Lo dejaré aquí marchito
CHIIITO

¡Y se atreve el insolente
mandar callar al valiente!
¿Qué calle yo, miserable?
HAAABLE

No callaré todo el día
hasta que tu lengua impía
con un acero taladre
LAAADRE

¿Cual perro ladrar me mandas?
¿Dónde estas? ¿Dónde andas?
Que de no verte me aburro
BUUURRO

¿Burro yo? Insulto extraño
que vengaré a mi amaño.
El momento es oportuno.
TUUUNO

¿Dónde está el majadero
que me toma por carnero
¡Responde! ¿Dónde se encuentra?
EEENTRA

Sal tú, si no eres cobarde;
y apresúrate que es tarde.
A pie firme aquí te espero.
PEEERO

No hay pero que valga, flojo.
Sal que ya estoy viendo rojo
y ansío tenerte enfrente...
EEENTE

¿Pero dónde estás? Repito
que estoy oyendo tu grito
y tu ausencia ya me admira.
MIIIRA

Miro, pero ¿qué diablo?
No puedo ver con quién hablo,
pues no aparece ninguno.
UUUNO

Uno o cien, lo mismo da;
que salga, que salga ya.
Lo aguardo. Aquí me coloco.
LOOOCO

¿Así te burlas de mi?
¿Quién eres, quién eres, dí?
No me hagas perder la calma.
AAALMA

Mas si eres un alma en pena,
¿cómo no oigo tu cadena
Basta de bromas; concluye.
HUUUYE

Yo no me iré de aquí
sin saber quien me habla así.
Dime siquiera tu nombre.
HOOOMBRE

¿Pero estás vivo o difunto?
Aclara bien este punto,
que a mi ya nada me asombra.
SOOOMBRA

¡Una sombra y la insulté!
Perdóname que tomé
cuatro copas con bizcocho.
OOOCHO

...Cansado ya de vocear
por fin Antón se durmió
y el eco también cesó
al punto de retumbar.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 14:11 ¤ 8 posdatas
20.12.07
requiem por mi música
Hoy desperté con un toquido muy fuerte en la puerta. Era la portera con malas noticias: el Laiamovil había sido ultrajado por el lado del copilote. Le chingaron un vidrio y el estéreo. Se fue también un disco que yo oía obsesivamente en los últimos días y que –entre muchas otras- contenía la rola de "graaaaacias a la vida que me ha dado... etcétera" Por suerte está mi padre de visita y bajó conmigo a corroborar el desmadre. Hace un año que no lo veía, a mi padre. La vez pasada que vino me habían llevado el auto al corralón. Ha de pensar que el Laiamovil está siempre metiéndose en problemas.

Perdimos la mañana encontrando dónde nos pusieran un vidrio y, no fue hasta que el señor vidriero me preguntó qué seguro tenía, que se me ocurrió que el seguro debía pagarme aquello. Hasta entonces, además de que iba dispuesta a pagar, iba sintiéndome harto culpable, porque anoche vi la cajuelita –escondite en el que durante tres años mi estéreo sobrevivió a todos los vándalos- abierta y pensé que había de cerrarla, pero luego lo olvidé. Así que era mi culpa... ¿Hasta qué punto, digan, es el habitat el que nos moldea la moral?

Ahora que tengo nuevo vidrio y de las transparentes moronas de esta mañana apenas queda una cortada en mi dedo, me entristezco un poco y, 4 pm, por primera vez me digo que no fue mi culpa, que también soy víctima en este entierro. (luego un "pero en fin, uno elige la ciudad y luego debe forjarse el aplomo...") Entramos a un café. Estoy cansada. La mesera no entiende que estamos hambrientos y no es caso de explicarle por qué estamos en pijama. Dudo entre desayunar y comer. El café está aguadísimo pero yo no me voy a quejar. Tengo ganas de escribir “morfina” pero me sale “anestesiada”.

CHALE, dónde quedaron esas épocas zapopenses en que todo el asunto coche era tomado con alegría...

Ya una vez me habían bajado el estéreo. Luego el Duende me regaló éste y fui a que me lo instalaran en la guantera. Fui en Xalapa y el señor instalador no daba crédito de mi paranoia chilanga, pero lo instaló. No sólo lo instaló sino que -como había jalado los cables hacia la guantera- me regaló unos cables falsos que durante tres años estuvieron en el hueco-de-mi-estéreo, muy a la vista y como diciendo "acá no hay nada! me acaban de robar!"

Era navidad también. Manejamos al puerto. No había más que un disco de los Doors para el estrenón y lo oímos enajenadamente. Nos gustaba mucho picar el botoncito que cambiaba de color la pantalla del nuevo estéreo. Luego, como a todo, nos acostumbramos.

¿Hasta qué punto, digan, daña dar algo, cualquier cosa, por sentado?

Me siento un poquito rota, un poco desperdigada en diminutos pedazos transparentes que no muerden, ni ladran, y cortan unas ridículas cortadas más insulsas incluso, que las que causa el papel. Un poco "me acaban de robar, acá no hay nada..." (Se nota. Quería escribir un aforismo nítido pero va saliendo este texto insaboro.)

En unos días empezaré el periplo navideño y será sin música. Es una suerte que durante estos días pueda almacenarme mi dosis anual de voz de mi padre. De guitarra de mi padre. De la música más adentro, la que no se rompe, la que ningún robo anónimo ultraja. Es una suerte que a Leo -quien funge de y acuñó el término de copilote- le guste inventar canciones. Es una suerte que va a ser navidad y, quizás, haciendo una vaca, los comentaristas de este blog querrán regalarme un nuevo estéreo... Gracias, etcétera.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 15:59 ¤ 10 posdatas
14.12.07
el ruido que entorpece "luz silenciosa"

I know I'll say something that's halfway clever
but mostly shallow and probably inaccurate on some level.
Then you'll pity me for having been born.
Don De Lillo

Nunca entendí de ópera. Lo intenté. Lo intenté desde la primera vez que mi abuela me llevó a Bellas Artes a ver La Traviata, y dejé de intentarlo cuando en la prepa me llevaron a ver no sé qué puesta donde, en el climax amoroso de la historia, él cantaba un muy profundo “je t´aime”, al que ella respondía un muy agudo “je t´adore”; cada uno mirando hacia un lado distinto del escenario. Los personajes, claro, se amaban y adoraban. Los cantantes, además, cantaban muy bien. El problema –al que por cierto nadie más veía como problema- era que, simplemente, ninguna pareja de enamorados se habla así. Ni siquiera hablo de la incongruencia del párrafo (contestar un “yo te adoro” en vez de un “y yo a ti”), sino del hecho de que los amantes miraban hacia lados opuestos. No estaban actuando. A nadie le importaba, porque no eran actores, eran cantantes, y muy buenos cantantes. Ese día encontré el argumento para no acompañar nunca más a mi abuela: no me digan que la ópera es el arte total, si la gente en escena no hace un mínimo esfuerzo de credibilidad dramática. Ella siempre me contestó con un “tú te lo pierdes”. Y muy probablemente, como suele, mi abuela tendría razón.

Ayer fui a ver Luz Silenciosa, la tercera película de Reygadas. No me había gustado Japón y había desistido de ver Batalla en el Cielo porque meses antes de que saliera en cines me habían pasado el guión y lo encontré malísimo. Fui a ver Luz Silenciosa únicamente porque Pablo Soler Frost, al que estimo profundamente, escribió un elogio en el blog de Letras Libres que me inyectó una buena dosis de curiosidad. Respeto el texto de Pablo como respeto todo en él, pero no concuerdo. Sobra decir que me deslindo por completo del tono agresivo que tomó la polémica allá en la república de LL.

Es muy probable que mi emotividad esté agringada, que mi entendimiento no abarque las sutilezas del cine de arte, que mi ojo cinematográfico carezca de comparativos estéticos. Por eso dudo antes de decir lo que quiero decir sobre esta película. Por eso volvería a verla. (Quizás ayer estaba cerrada, quizás mi teflón estaba activo, quizás no hice el esfuerzo requerido para todo tipo de contemplación.) Pero no. La verdad no la volvería a ver pronto. Que se me tache de insensible: a mí no me parece que Luz Silenciosa sea la obra maestra que se dice.

Hablemos primero de lo innegable, de lo que no está a discusión: el trabajo de la imagen. La fotografía de Luz Silenciosa es contundente. El trabajo de Alexis Zabé merece los premios y el chapeau. Desde mi butaca anónima celebro con bombo su belleza inusual e inagotable. A esta película podríamos detenerla casi en cualquier escena, y la escena sería hermosa. Detenerse, efectivamente, es algo que Reygadas hace bien. Filma con pausa. Pero, más allá de si mi paciencia está o no echada a perder por Hollywood, hay también que decir que alargar los planos no necesariamente beneficia a la historia. No es suficiente que una película sea bella, yo a una película le pido una historia. O, cuando menos, personajes.

Dijo Cuarón en defensa de Reygadas: “Algunos periodistas están sobre-narrativizados o son huevones”. Yo no soy periodista, aunque probablemente huevona sí. Lo que es seguro es que estoy sobre narrativizada, y que no puedo dejar de pedirle a una película –a una película que se ofrece como una ficción- que narre. El guión de Luz Silenciosa se colgó de la belleza de la fotografía, no le encuentro casi ningún punto defendible, excepto quizás el final. No voy a contar el final porque podré ser huevona pero no soy una aguafiestas. El final es un buen final de cuento, para una novela demasiado larga.

Cuando el personaje de Carmen canta “Si je t´aime, prends garde à toi!”, no hay más que añadir. La frase está cargada. El guión –perdónenme mi abuela y los puristas: ignoro cómo se llaman los guiones de las óperas- está logrado. Ningún diálogo en Luz Silenciosa, como tampoco en la ópera aquella cuyo título he olvidado, es tan redondo. Si en la comunidad de menonitas donde filmó Reygadas, se hablara español y hubiéramos oído –con el mismo tono acartonado del actor que no lo es- algunas de las frases que espeta, por ejemplo, el padre del personaje principal, quizás la crítica hubiera dudado unos segundos, antes de declarar a la obra maestra libre de lugar común.

¿Cómo puedo decir “lugar común” si estoy hablando, atención, de una película completamente innovadora en cuanto al lugar en donde ocurre? Porque estoy hablando, atención, de los diálogos. Y los diálogos juegan un papel primordial en el otro gran error de esta película: la construcción de personajes.

¿Qué podemos decir de los personajes de Luz Silenciosa? Que son menonitas. ¿Qué más? ¿Algún tic, preferencia, rasgo alguno de personalidad? No. (Pero no seas insensible, no son actores, son, bueno, menonitas…) Hay que decir que los tres actores principales –no podría llamarlos de otro modo, si están en una película de ficción, representando a alguien, están actuando y por ende, a partir de ese momento, son actores- alcanzan, a diferencia de todos los otros, algunos elogiables momentos de dramatismo. Es una lástima, creo, que los personajes no estuvieran a la altura de sus actuaciones. Los personajes son planos: todos miran sus destinos pasar o doblegándose, o casi sin fruncir. Para una película que pretende tratar el dolor que conlleva salirse de la estricta norma moral según la cual se vive, me resulta incongruente. O melodramático: está el dolor en su máxima expresión (el llanto tan bien actuado), mas no en sus sutilezas diarias, en las palabras que arranca todo rencor, en, una vez más, los diálogos. La palabra “dolor” se dice muchas veces, sí, pero no se trata de eso la buena construcción de diálogos. Podrá decírseme que es una película sobre la “contención”. No estoy de acuerdo, me parece que la tensión que requería la trama no se alcanza, no flota, está forzada por largos silencios, planos eternizados y eventuales explosiones dignamente actuadas. Y que cuando las frases llegan son explicativas y antinaturales. O quizás yo no entendí nada porque no sé de menonitas y de cómo ellos –aun los que están justamente rompiendo su propia ética estricta- nunca explotan frente a otro; de cómo comunican –todos- con una claridad y una sencillez y una honestidad dignas de un terapeuta.

Pero time lapse, pausa: no quisiera hacer una crítica infructífera y rotunda. Elijo -for once- no recurrir a la ironía. Repito que a esta película le celebro la belleza visual, la labor cuasi antropológica y así también el gran trabajo de equipo que implica llevar a término un largometraje. Pero no entiendo –no entiendo- cómo puede todo eso (que, efectivamente, es mucho) equivaler a decir que Luz Silenciosa es una obra maestra. Es mucho, pero no es suficiente. ¿Por qué? Por una razón muy simple: el guión falla.

Si bien no hay comparación entre este trabajo y los sobrecargados copy-and-paste de Arriaga, tampoco creo que podamos –y aceptémoslo, lo hacemos porque visualmente la película es intachable, y porque no entendemos ni media palabra del idioma plautdietsch- afirmar que los diálogos cuajan. No debiéramos, creo, pasar esto por alto. ¿Por qué tanta insistencia de mi parte? ¿Por qué no celebrar la película y basta? ¿Estoy jugando el sucio rol del periodista huevón? ¿Diría mi abuela que soy yo la que se está perdiendo de algo genial? Espero que no. Creo que no. Lo que quisiera señalar, lo que de verdad lamento, es que el cine mexicano sigue adoleciendo su carencia más profunda: la de un personaje central para el arte del cine, la del buen guionista.

No estimo pretenciosa la película por su ritmo, ni por su lenguaje peculiar, ni por su escenografía. Todas éstas, por el contrario, me parecen ambiciones sanas y bien logradas. La encuentro pretenciosa en un solo renglón, el mismo renglón en el que me resultó insoportable aquella ópera: prescinde de un elemento clave y no lo acepta. La ópera prescindía de la actuación, esta película prescinde de guión. Y no lo acepta. Se regodea en su belleza, en su idioma extraño, en su mirada. La mirada de Reygadas es peculiar (goza de “un certain regard”, nombre de un festival donde seguramente fue o será celebrada), pero sus guiones se pretenden sutiles, cuando son sosos. Para una película con ese final, que no me digan que el valor de su guión está en la contemplación o en el lado documental. No es verdad, la película se da como una ficción. Y en materia de ficción cojea. El reloj es la clave en Luz Silenciosa, y es una clave muy burda. Al igual que la última frase de Marianne: “detener el tiempo es lo único que no podemos hacer”.

Detener el tiempo es, creo, lo único que la película –como así también su “historia”- pretendía. No está, en mi opinión, logrado más allá de lo que dije ya: detén la imagen, y habrá algo bello. Congela en cambio una de sus frases, intenta desentrañar qué personaje yace detrás del llanto o detrás de la sonrisa -¡tan natural y poco actuada!- de alguno de los niños, y no habrá casi nada. Habrá una mirada externa y artificial, la mirada de todo el que no es menonita, asomándose, asombrándose. Y eso no es un logro de la película, es algo que los expectadores le colocamos.

El mundo menonita podrá tener mucho de interesante, pero esta película no pretendía meramente retratarlo, y en eso se queda. Bella, sí, pero meramente. Y ese vacío de guión es, en mi opinión, el ruidito que entorpece la por demás placentera melodía de Luz Silenciosa.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 13:05 ¤ 13 posdatas
13.12.07
es oficial
(estamos hibernando)
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 15:27 ¤ 4 posdatas
12.12.07
12.12
lupis in the sky with diamoooooooonds
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 16:56 ¤ 1 posdatas
6.12.07
una de nina
Desde que hace mil años oi aquello de "I intend to be independently blue", escucho a Nina Simone como si del I-ching con voz se tratará. Hoy reparé en esta estrofa que, dicho sea de paso, me queda muy bien:
It's not 'cause I wouldn't,
It's not 'cause I shouldn't, honey,
And, you know, that it's not 'cause I couldn't,
It's simply because I'm the laziest gal in town.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 17:57 ¤ 4 posdatas
5.12.07
sinónimos de hoy
agosto = uagadugú
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 13:27 ¤ 5 posdatas
4.12.07
hoy en internet
encontré nada menos que mis pies
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 14:37 ¤ 9 posdatas
2.12.07
2 del 12 otra vez
he aquí cómo mido yo el tiempo: otro año y el Patrón y yo seguimos poseyendo la misma cantidad de rutina y estructura: cero. otro año y todavía no aprendí a conjugar sin dudas el verbo "poseer". otro año y yo éste, hubiera escrito lo mismito que el pasado...

(el tiempo es esa cosa que se escurre entre una canica y otra,
mientras mis hermanos y yo jugamos a seguir creciendo)
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 11:43 ¤ 2 posdatas