30.12.06
de narices
“Fue en el Institut Escuola, junto al parc de la ciudadela: me caí y encima me cayó la señorita Bosc. Luego una bomba tiró la escuela”. Así concluye mi Iaia la historia de su nariz rota.

Yo no le heredé la nariz, ni desde luego la memoria excepcional, pero sí los ojos hundidos y el sentido del resumen. Después de la anécdota prepara las turradetas-de-santa-teresa más deliciosas y, aunque me llama “bestia peluda”, creo que le da gusto que me robe algunas antes de irme a la alberca. Hay viento, pero uno jamás diría –como afirman los cancunenses- que “hace frío”.

Nadando empiezo una lista de los apodos que me tiene mi Iaia: cuquis naquis, bulto sospechoso, catérvica, sílfide extraviada, bestia peluda, encanto... ahora no recuerdo otros, pero hay algunos neologismos bastante peculiares.

Hace unos meses, en otra playa, frente a otro mar leí Extremely Loud and Incredibly Close, de Jonathan Safran Foer. Ahora leo The History of Love, de Nicole Krauss. El primero me encantó. El otro sólo va gustándome. Es un misterio si, de haberlos leído en el orden inverso me hubiera encantado el otro y sólo gustado el primero.

Es un misterio si, tarde por la noche, antes de dejar bien a oscuras su hermoso departamento en Brooklyn, Nicole y Jonathan sostienen largas charlas sobre sus próximos libros. Si se dicen por ejemplo “el tema es lo indecible y para decirlo ¿qué tal un manuscrito intercalado en la historia, qué tal personajes que escriben sin publicar, libros que se pierden para siempre entre la falta de tinta y la desmemoria?”

O si se tallerean sus capítulos desde el primer bosquejo y hasta el último print, decidiendo en el camino si es o no aceptable este dibujito acá, esta foto allá, lo que sí nos vamos a permitir hasta el cansancio es lo de una sola frase por página. Y mayúsculas, chingo de mayúsculas para magnificar lo escrito.

O bien, una vez arrullado el niño y tucked-in la socialité neiuyorkina de las letrasdehoy, se miran y acuerdan tácitamente que bien pueden ambos usar un personaje joven, un niño o niña, que ha perdido a su padre. Y que el padre fuera excepcional, por supuesto, como todos y que el niñoniña vaya descubriendo con esos golpecitos de la vida (sutiles: una guerra, un atentado) que no lo era pero nunca dejará de serlo. Whatever. Lo cierto es que yo tengo un padre. Pretty excepcional if u ask me. Y en la séptima página del libro compré un boleto. Y en el cuarto capítulo me subí al avión.

Temprano en el aeropuerto escribí un post en potencia. Se llamaba metamorfosis y ponía: 2:40 am: una persona reconocible, medianamente neurótica, leyéndole el iching a paula (sólo tenemos una noche -su pausa entre cuba y leads, mi pausa entre hidalgo y quintana roo- para vernos las caras, decirnos sin decir nada que aún somos hermanas) y empacando cualquier cosa en una mochila, y buscando las gotas de los ojos como quien busca entre el tumulto a la niña de sus ojos. el iching dice éxito, paula dice que entonces se queda a vivir en inglaterra. laia no sabe si está contenta o triste. 5:40 : una persona cariñosísima y que se calla, siempre le sentó mejor dormir una hora que ocho. hay cosas en la vida que no cambiaría por nada, cosas como despertar para emprender un viaje, cosas como un aventón nocturno por el viaducto: ésta es la laia más contenta: está siempre yéndose a otra parte. 6:40 : emerge otra, la de aeropuerto. le da por observar o por cerrarse, que es lo mismo. se forma en el starsucks (que la cuelguen) en el que, por cierto, escriben su nombre como “Layer”, leyendo a la krauss porque lo cierto es que escribe muy bien, marido excepcional aparte. a las 8 am cierran los negocios. la laia aeroportuaria no lo entiende. ¿están tratando de decirle que a las 6 bien puede haber gente que diga, “mmm, hoy amanecí como con antojo de un ferrioni”, pero a las 8 ya no? hay un exceso de familias en el pasillo. ésta es la más triste.

Y así.

Pero mucho más largo.

Pero no voy a postearlo porque ahora estoy demasiado llena después de tanta sopa de camarón, ensalada de apio y tanta anécdota sopeada en turradetas, y mi iaia duerme la siesta, y mi padre escribe su artículo para el periódico de mañana. Me burlo: "¿Así que tú también haces jufresadas?". "Yo las inventé", dice orgulloso y luego enciende la máquina para esa eterna feliz batalla contra los deadlines.

Hay algo no prisoso around mi jefe. Algo indefiniblemente pausado y calmo. En Francia muchos franceses lo escuchaban con paciencia (cosa rara) pensando que era para pronunciar correctamente que hablaba tan despacio, no enterándose que siempre habló así de lento, así de pronunciado. “Suave en las formas, fuerte en los contenidos”, fue quizás el consejo argumentativo más escuchado durante toda mi infancia.

Mi padre tiene una nariz tan grande que tuvimos que mandarle a hacer unas gafas especiales. Las hizo un gafero que trabaja desde hace 127 años en el centro del DF y que bien merecería un post aparte. El metal resultó de pésima calidad -hay que pintarles el arillo con barniz para uñas cada semana, o de lo contrario le dejan un gigante lunar verde- pero Jordi ama sus gafas. El comentario más escuchado durante mi infancia fue: qué bueno que no heredaste esa nariz. Durante años me pesó la mía: pequeña y sin personalidad.

Hay algo prisoso en el invierno caribeño que encañona los vientos como su única queja. Algo de descaro hacia el futuro, de protesta frente a lo indefinible que aún resulta el término “local”. Suave en las formas, fuerte en los contenidos, parece ser el tono de estos vientos. Al menos hasta el día en que se encienden los huracanes y pierde el cielo. Acá la marea no sabe de decoro argumentativo. Ni la gente. Año con año disminuye el manglar y aumentan las mueblerías.

Anoche acompañé a mi prima Tania a buscar muebles en oferta para su nuevo departamento. Entre una sala amarilla y una mesa que se pliega me habla de lo rápido que crece Cancún y lo poco que crece la zona hotelera. “Por ahí dicen que se crea una economía interna, pero yo no veo claro…"

Hay algo perennemente en gesta en esta ciudad :

es la palabra :

Cancún se hace Ciudad.

Mañana, porque se nos da mal el cemento, nos vamos a San Felipe.

A los bichos no tienes que decirles "me entristecen los finales", o "me emociona el musgo", ni mucho menos lo más obvio: que el tema siempre es lo indecible.

A la selva no tienes que explicarle: "me caí y encima me cayó el 2007".


 
dijo Laia Jufresa en punto de las 03:30 ¤ 4 posdatas
uf el blog uf
tsss,

pfffff,

and yet...

(y,
pero,
que conste,
que nunca pedí un café haciendo una “c” con el índice y el pulgar)
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 02:43 ¤ 0 posdatas
26.12.06
posturas navideñas
Como prometido hace meses, fuimos a pasar navidad al Mineral del Chico,
lo que hace al menos diez años no lográbamos.

Ya se sabe que en esta familia se cumplen las promesas.
Ya se sabe, además, que somos profundamente religiosos.
Y para prueba están las posturas navideñas, el sitio en el que cada uno pasó la mayor parte del tiempo durante los últimos tres días.

la Chini
esperando a que le abrieran la iglesia

el Ruy
pagando sus pecados y los nuestros

el Adrián
hincando y deshincándose

la Laia
frente a la chimenea como dios manda

el Choro
como que la virgen le habla

el Tato
concentrado en el milagro del vino

el Duende
haciendo las paces con la cólera divina.

Porque los dioses parecen haberla perdonado y porque no puede estarse quieta, Selene se da a la tarea de “estilizar” el árbol que da sombra a la mesa del jardín.
(esta foto también se llama ¿dónde está adrián?)

Como no logra mucho, arma a dos sobrinos con machete, a ver qué pueden hacer.

Decisión poco inteligente, si miramos el resultado:
(ningún árbol fue maltratado durante este experimento,
la pintura roja –según me explicaron cuando protesté-
le protegerá las heridas contra sol y aire)

Como somos religiosos y queremos reivindicarnos,
decidimos navidificar el asunto.

En el ático encontramos un nacimiento
y en el jardín un pinito aún a salvo de los macheteros

Pero hay cosas que no se salvan del tiempo y las armas

Además había dos vírgenes y estaba manco el niño

Para reivindicarnos again,
esceníficamos escenas navideñas
sólo que hay confusión en los pasajes y, como puede verse,
el duende se hace pasar por muertito.

Dios nos perdone, hicimos lo que pudimos...

En cuanto a la navidificación hay que decir que nuestro pino hubiera tenido hasta foquitos a no ser porque esa tarde el ventarrón tiró unos árboles y tuvimos que –al igual que todo el pueblo- pasar navidad a oscuras.

Igual horneamos un pavo

y brindamos

y nos divertimos

No hay nada qué hacer: ya a nadie en esta familia le sorprende
que se caigan los árboles.


Al día siguiente retomamos nuestras posturas oficiales:
y habríamos seguido ahí, en actividad frenética,
de no ser porque habíamos acordado realizar un periplo añejo,
cuya historia todos conocemos.

Cuenta la leyenda familiar que, a sus 21 años y ya en el último delirio,
el tío Ruy pidió una cruz cruzada roja.

Hace años no hacíamos el periplo, hacia la cruz cruzada roja
que Iker construyó a lo alto del terreno que ya no es nuestro.

Esta vez la caminata pareció más corta,

el pueblo más poblado,

la cruz menos roja

Pero el hecho es que es en esa cruz que flotan –para efectos mítico emocionales-
las cenizas de todos los que nos precedieron.

El hecho es que para semejante bola de desarraigados, resulta sorprendente la fija certeza compartida de que es entre esas peñas que terminaremos flotando, arraigando con ese modo peculiar tan nuestro, de parecernos tan poco y reconocernos tanto.

Pero tradiciones son tradiciones.

Este año a mis primos les da por joderme con lo de que me veo muy mal con el pelo corto. Para probar el punto me traen la foto de un borrego que se encontraron camino a la tienda y que, según dicen, porta el exacto mismo copete que yo.
Más tarde y con el mismo placer que hace diez años apagan las luces, encienden la vela y me torturan con cuentos de terror.

Para aumentar el efecto fallido del cuento de la mujer cara de burro (no que con los años me haya vuelto menos miedosa, es sólo que estamos borrachos y uno dice “hay que contarle el de la mujer cara de burro”, lo que ocasiona que, para cuando llega el terrorífico fragmento en el que la mujer se vuelve y el protagonista descubre la caradeburro, yo a estaba preparada), me muestran esta foto:
Luego, porque ya he sufrido lo suficiente, pido un cuento distinto: el Monicaco.

Sería imposible hacer un cálculo de cuántas veces Ramón o la China nos contaron el cuento del Monicaco. El hecho es que yo no recuerdo ni un solo pasaje, Pablo lo cuenta todo al revés, Santiago sólo se ríe, Adrián ya está roncando y Ruy reivindica ofendidísimo que los protagonistas de ningún modo eran hijos de un rey.

Me duermo con los pies en la chimenea y la sonrisa bajo los cientos de cobijas.

Ahora y después de mis múltiples periplos, estoy de vuelta en casa.

Pero el hecho es que mi casa, mi casa, para efectos tanto navideños como póstumos, está y estará siempre acá:
por más polvo que se haga el polvo
y pese a todos los árboles
que están aún por caer.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 21:30 ¤ 3 posdatas
22.12.06
un día como ayer
Guayaquil, Ecuador - Maiquetía, Venezuela / Maiquetía - Caracas (en helicóptero porque hace unos meses el puente inmenso se desplomó sobre la inmensa cañada) / Caracas - Panamá (cancelado. el reelecto necesitaba el aeropuerto, sí, sí, todo para él solo) / Caracas - Guatemala / Guatemala heme aquí.

Me encanta mi trabajo.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 11:12 ¤ 3 posdatas
20.12.06
manta
amazonía, andes y costa son las regiones de ecuador. en la costa -pacífica- está la provincia manabí, cuya capital es portoviejo. a unos kilómetros de portoviejo está montecristi, en donde se hacen unos simpáticos sombreros que se enrrollan y guardan en una cajita. a veinte minutos de allí hay un cantón llamado manta, cuya única peculiaridad yace en albergar un aeropuerto que rentan los gringos para poder incursionar cada tanto en los plantíos colombianos. y que se pesca atún, un montón de atún.

en manta, que está en manabí, que está en ecuador, muy cerca de montecristi, estoy yo.

me cuentan que ésta es una mala época entre colombianos y ecuatornianos, por una historia de fumigaciones. luego abro el periódico: clarín, comprado ayer en buenos aires (y acá obligado el post sabinesco "buenos aires es como contabas, hoy fui a pasear..."). el periódico cuenta sobre los aviones y las fumigaciones y el conflicto que ocasionan.

así, de pronto en manta, que está en manabí, que está en ecuador, donde nada, absolutamente nada tendría que ocurrir, están los aviones gringos militares a mi alrededor y, de paso, algunos otros aviones cuya particularidad es que fumigan.

así manta, que de usual no cobija más que un montón de pescado, arropa hoy mi alegre ficción personal: la de sentir que es donde se está que suceden las cosas.

me gusta ese cosquilleo, un poco el mismo de cuando te toca ver una fuente al encenderse.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 10:46 ¤ 8 posdatas
11.12.06
como tom hanks...
varada 24 hrs en un aeropuerto

(está bien, él pasó más tiempo, pero el suyo era más grande que el de guadalajara. no importa: traigo mi libro de sudokus y mi libro dice: the only certainties in this world are death and taxes (b. franklin) y provee horas de sano ocio)

ahora sí:
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 22:06 ¤ 3 posdatas
9.12.06
como jean echenoz...



me voy



 
dijo Laia Jufresa en punto de las 23:26 ¤ 4 posdatas
7.12.06
tenertv
en la televisión pasan csi: con la ayuda de una polea el negro guapísimo baja a un cadaver crucifijado. están en una iglesia y la muerta es pelirroja. unos metros más allá mi primo santiago juega no sé qué juego en la compu. se jodió su internet y ahora en vez de venir a tocar el piano cuando no estoy, viene con su laptop y se instala por las noches a dar balazos. ya le dije que se pusiera unos audífonos.

cuando vivía con gabriel le regalé unos audífonos para no oír la variedad de noticieros que veía antes de dormir. me acusó de fascista pero los usó durante meses. fue un alivio: nunca me acostumbre a lo de recordar -cada single night- que había un mundo allá afuera. pero hoy vi uno. un noticiero. sí, yo. uno entero. sé que suena dificil de creer, y que les da envidia, pero así fue.

el guapísimo está haciendo el viejo truco de sci: tomar con un cotonete la sangre, la única gota de sangre que había en siete kilómetros a la redonda pero que él, quizás porque es tan guapo, supo encontrar. el otro, el güero, acaba de encontrar la cuerda. me encanta cómo siempre es con un cotonete que salvan el día. alejandro e itzi tienen una prima que salía con el negro guapísimo. eso sí que da envidia.

santiago se ha quitado los audífonos y opaca a grimson con gershwin a todo lo que su compu da. grimson dice que practica un catolicismo puramente secular y que el rosario era de su mamá.

ayer itzi y yo fuimos a una "sesión de grupo". consistía en sentarse durante un par de horas alrededor de una mesa con quesos y pan y café y galletas y cocacolas, para opinar sobre gandhi. sobre la campaña con fotos, sobre la sin fotos, sobre las frases, las postales, los marcapáginas. opinar sobre si gandhi debería o no hacer promociones y si fueron o no divertidas las imágenes que usaron para sus 35 años. la pared del fondo era un enorme espejo a través del cual nos observaban. había micrófonos escondidos y cámaras a lo alto del cuarto. al principio fuimos correctos: la moderadora dijo "escriban el nombre de tres librerías" y todos en el grupo escribieron gandhi antes que nada. pero luego todo degeneró: alguien propuso una botarga de gandhi y yo dije que gandhi apestaba. de todos modos nos regalaron un morral navideño - que pone jo jo jo jo jo jo jo en rojo- y un vale de 300 pesos.

con la lámpara-azul-descubre-fluídos acaban de determinar que el semen es del cura. increíble. no sé cómo pude vivir tantos años sin televisión. te enteras de tantísimas cosas: hoy es día de la aviación civil internacional, se puede comprar no-sé-qué-onio 201 por internet, el gobernador del edomex se bajó el sueldo, por exceso de nubes bajaron al satélite y el mundo no puede salvarse con un cotonete a menos de que bush y blair rediman al cotonete en su cumbre.

hoy fuimos a ver children´s men o men´s children, o como se llame. lo malo no es lo mala que es. lo malo es lo mucho que se parece al puto noticiero.

está empezando otro capítulo de csi las vegas. un hombre entra a un banco. lo graban con las mismas cámaras con las que nos grababan ayer en la sesión. es increíble lo mucho que se parece la tv al mundo de allá afuera.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 20:37 ¤ 2 posdatas
3.12.06
one of the unusual ones
In the world I grew up in, a typical family had two or three children. My childhood friends were all members of such stereotypical families. If not two kids in the family, then three; if not three, then two. Families with six or seven kids were few and far between, but even more unusual were families
with only one child.


I happened to be one of the unusual ones, since I was an only child. I had an inferiority complex about it, as if there was something different about me, that what other people all had and took for granted I lacked.


I detested the term only child. Every time I heard it, I felt something was missing from me –like I wasn´t quite a complete human being.
The phrase only child stood there, pointing an accusatory finger at me. “Something´s not quite all there, pal,” it told me.


Haruki Murakami


Conocí al Patrón el día que llegué a vivir a Villa. Yo tenía diez años sin vivir en la ciudad, una muy vaga idea de por qué había vuelto, una cortina de baño y una grabadora redonda. Él tenía una chamba de guía de rápidos, una marcada afición por las delicatessen, un kayak que vivía en la sala y una sonrisa inagotable. Yo iba de noche a la escuela dinámica de escritores, no conocía a casi nadie y extrañaba todo cuanto me era conocido. El Patrón iba a la UNAM y remaba los fines de semana, hacía las quesadillas oyendo música china y las tareas oyendo la oreja de van gogh. Yo me levantaba en las mañanas para sopear en mi cereal un enorme signo de interrogación, él se levantaba para salir a correr. Es innegable: no teníamos nada que ver.

Hay otras realidades innegables, como que el Patrón se llama Toño pero no hay manera de que yo deje de decirle Pats, o como que después de varias mudanzas y muchas cervezas, en algún momento entre el día en que llegué a Villa y esa tarde en la que hicimos un ajedrez con pasta para modelar, entendí que probablemente nunca más conozca a alguien que se parezca tanto a mí.

Nos hicimos cuates en la sala, burlándonos de las materias del otro: Hongos 1 y Protozoarios 2 para él, Escrituras interculturales y Personajes fuera del centro para mí. Nos hicimos amigos cuando dejamos de vivir juntos y a él le dio por visitarme en mi desmejorada vida sin agua, ni luz, ni gas, con un exceso de reven en las venas y un novio disfuncional en la cabeza. Pero probablemente nos hicimos hermanos el día en que sostuvimos nuestra –primera de muchas- larga charla sobre ser hijos únicos.

A los hijos únicos no les es dada la naturalidad de los puentes. Hay que aprender a edificar los lazos y, luego, a no caerse con el tambaleo de las distancias.

Patrón vivió en el Amazonas. Algunas tardes remaba unos kilómetros, llegaba a la civilización y desde ahí me escribía: todo bien, mi Lai, hoy pesqué unas pirañas y las comimos asadas, los changos te saludan.

Patrón creció en China. Sabe que algún día tendrá que volver y de pronto practica extrañas tonalidades en palabras impronunciables. Conoce cuentos sobre monedas enterradas y guarda recuerdos de parques y uniformes y niños de lacia cabellera rodeándolo para tocarle los bucles güeros. En la noche más triste que he tenido, me arrulló con canciones de aquel país en el que supo no dejar la infancia.

Ayer que era su cumpleaños me ragaló una revista sobre la grana. Nadie más –ni siquiera yo- se ocupa de mi investigación sobre la grana cochinilla. Si algún día termino esa novela habrá que notificar su participación. Algún día, además, escribiremos “El hueco emocional”, libro de superación personal, of course, próximo best seller en todos los Sangrons del país. Mi coautor, pues, ése es el pats: one of the unusual ones.

Los hijos únicos florecen sin literas.

No es sanguineo el hilo con que suturan los quiebres.

Escriben sus fracturas casi siempre desde la soledad de una infancia sin público y, por ello, dificilmente encuentran coautres.

Hay que decirlo, entonces: algo aprendimos: funcionan nuestros puentes. Aviento una canica, el Pats la atrapa. Hablamos de la canica. La canica es redonda. Le digo por enésima vez que mi iching es un prodigio de la literatura, que son los 20 pesos mejor invertidos de toda mi existencia, que hay que ver los golpes certeros que reparte… el Patrón hojea dos segundos el iching, lo deposita con cierto desdén en la mesa y dice: “es que es argentino”. Pinches científicos, respondo, una aquí, felizmente sometida al misterio de las letras y ellos invariablemente te embarran con el dato. Pero el Patrón es biólogo. Y los biólogos son de entre la familia científica los más afables. Los más propensos a maravillarse.

Ayer el patrón cumplió 26. Normalmente elaboraría un detallado recuento sobre cómo entonces, para celebrarlo, acudimos gustosos a hacer el ridículo a un karaoke. Señalaría los highlights de la noche, tales como Frodo conquistando audiencias o el Pats y el Mils escenificando un pedro navajas sin precedentes, o bien Abril robando plaza con el recuento de los daños. Acusaría a Andrei por la obscena cantidad de ceniceros robados –había que verlo hoy bajando las escaleras: el cabrón tintineaba a cada paso- y a Alejandro por rolar bajo la mesa botellas de agua llenas de mezcal silvestre que buenamente nos trajo el Pats. Confesaría que mi insólito pudor me impidió cantar y que a las 4, en el primer cambio de bar, abandoné la misión porque tenía demasiado sueño. Cerraría entonces la crónica preguntándome si estoy acaso envejeciendo. Pero no haré la crónica. Diré sólo que a los hijos únicos rara vez les es dado poder ver crecer en línea recta, sin escalas, a sus contemporáneos. Y por ende rara vez les es dado compartir de entraña y con conocimiento de causa la duda de si se está o no envejeciendo.

El hecho es que a los hijos únicos no les es dada la noción del hermanaje. Tienen que descubrirla como se descubre –de tajo, un día- todo lo irremediable: que se está solo, que da miedo crecer, que los dientes se caen. Es decir: tienen que develarla, la noción del hermanaje. Y hacerle espacio.

Develo que el Patrón es mi hermano, y que crecer da menos miedo desde que es crecer junto a él.

Abro un espacio que no chista, que va pointing directly at a complete human being y dice: everything´s all there, pats.
 
dijo Laia Jufresa en punto de las 20:12 ¤ 5 posdatas